Curso XXXVIII - Enseñanza 6: El Aura del Hombre Normal

Hay un parentesco entre el aura de la madre y la del lactante. El niño tiene un aura fundamental propia, pero está absorbida o impregnada por la de la madre. Cuando empieza a crecer, se produce un desprendimiento de las auras; pero así como en una habitación de temperatura templada por efecto de una estufa se mantiene por un tiempo determinado la misma temperatura, aún después de haber sacado la estufa de allí, así el aura del niño queda impregnada del magnetismo de la madre, aún después de realizada la separación.
Hasta en casos de niños huérfanos se observa que mantienen el magnetismo materno mucho tiempo después que la madre ha dejado de existir.
Así como la serpiente deja en la primavera su vieja piel para mostrar la nueva que guardaba oculta bajo la vieja vestidura, el niño, a los siete años más o menos, al tener su reconocimiento consciente de entidad individual, desecha como a un viejo cascarón la vestidura protectora materna y dentro de las leyes de carga o descarga del aura, se puede decir que tiene la suya propia.
Este período va, casi siempre, seguido del despertar de los instintos sexuales. A esta edad, el aura no es muy extensa y predomina en ella el aspecto energético y de salud, a excepción de algunos niños prodigio que tienen aura de hombre; pero eso no es ni normal ni ventajoso para el adelanto espiritual, pues el ser gasta así antes de tiempo las reservas que necesitará en la plenitud de la conciencia.
En la adolescencia, el aura tiene casi siempre aspectos malos. Así como un volcán, que después de haber permanecido muchos siglos callado lanza de repente llamas, lava y sordos ruidos, así, el aura del adolescente refleja las fuerzas sepultadas en el subconsciente, que se agolpan a la puerta del alma para salir todas afuera, de golpe, atropellándose las unas a las otras en forma de deseos, pasiones, instintos ignorados, plenitudes morbosas y desconocidas que tornan los colores del aura malos y confusos.
Todo lo pasado se refleja en esos instantes en el alma joven y de cómo sean ordenadas y encauzadas esas fuerzas, así será el resultado y la vida del ser. Por consiguiente el aura es entonces desordenada, variante y de colores fuertes.
Cuando pasa este estado de transición y el joven, hecho mayor, se asienta, el aura afirma sus colores y aspecto fundamental, según el estado de cada uno.
En esta circunstancia se produce lo que se llama: comprensión de auras. El ser que tiene un determinado caudal de energías para aplicar no sabe cómo colocarlo; por eso busca las almas gemelas para lograr su fin. ¡Qué cosa más hermosa es la amistad de los años juveniles, el primer amor, la comprensión y veneración hacia un maestro o un profesor!
El aura fuertemente impregnada de materia energética se descarga sobre la de la persona amada o venerada y se establece entre ambas una mutua comprensión, que hace que ellas se busquen continuamente y se atraigan como el imán al acero. Cuando hay tres de estas auras afines, se establece un vínculo de fuerzas que atrae otras auras, las encadena, originando movimientos sociales, ideológicos, culturales, etc.
Esto quería decir Cristo con las palabras: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos”.
No sólo hay auras que se comprenden, sino también las que se buscan por su similitud. Esto casi siempre ocurre en los casos de marido y mujer, de madre e hijo, de instructor y discípulo. Las auras similares una vez que se han encontrado, al transcurrir el tiempo, al comprender las mismas cosas, al tener los mismos gustos artísticos y espirituales, se van pareciendo cada vez más.
Esta transformación se acentúa más en los casos de similitud espiritual; al aprender el discípulo lo que le enseña su instructor, su aura se transforma y llega a parecerse notablemente a la de éste.
Francisco de Sales y Juana de Chantal, tenían sus auras tan iguales que Vicente de Paul las vio como dos círculos de fuego que se unían en uno solo.
En algunos casos hasta el físico refleja esta semejanza de auras y se dice de dos esposos que se quieren mucho que se parecen.
En la vejez el aura decrece notablemente; así como la noche vela con sus sombras todas las cosas, así la misión cumplida atenúa las energías, apaga los deseos, borra la memoria y el aura se tiñe de un azulado uniforme y manso, que es como un presagio del descanso futuro.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

Relacionado