Curso XXXVIII - Enseñanza 16: Ejercicios para Ver el Aura

El aura física se puede ver a simple vista si se observa una persona detenidamente sobre un fondo obscuro y, especialmente, en la hora del anochecer, en forma de una pequeña luminosidad incolora que la rodea. Pero el aura energética, que aún está cargada de muchas partículas materiales, no se ve habitualmente, si bien se puede lograr establecerla aguzando un poco la vista.
Los colores, intermitentemente y sin orden, también pueden ser vistos por los ojos físicos; pero la visión total del aura no puede ser captada por los ojos sin el auxilio de la glándula hipofisaria o, mejor dicho, con el auxilio de la clarividencia.
Si bien entonces toca exclusivamente a los clarividentes la obligación del estudio del aura, todos pueden aspirar a ver parte de ella. Hay determinados ejercicios que aguzan de tal modo la vista que la hacen apta para eso. Se describen aquí algunos para beneficio del estudiante.
Había, hace algunos años, unas estampas en blanco y negro de Santa Teresita que, después de observarlas atentamente, se veía reflejada la imagen sobre una pared o un lugar claro. Este ejercicio es muy apropiado para habituar la vista a fijar lo que ve. Se mira una ventana, por ejemplo, se cierran después los ojos procurando ver la ventana en la forma como se ve una placa fotográfica. Se verá después de un tiempo de hacer este ejercicio, que la vista hace dos funciones sucesivamente a ojos cerrados; antes mostrará el negativo y después la imagen real. Al abrir después los ojos se verán manchones blancos, azulados y verdes, como cuando los ojos se hallan cegados por el sol. Si se observa en ese instante una persona de pie ante un lienzo obscuro en claridad, o blanco en la obscuridad, se notará que alrededor de la misma flotan unas lucecitas blancas, como aquellas que se ven en el cielo sereno, cuando se le observa atentamente.
Pero lo que más interesa es ver los colores.
Entonces, después de haber habituado la vista a fijar las imágenes, hay que darle la rapidez necesaria para que distinga los colores. Es un poco impropio practicar el ejercicio solar para aquéllos que no están habituados a hacerlo, es decir, de distinguir los colores, concentrándose a ojos abiertos en el sol, ya que hay otro método para lograrlo.
Tómese un cartón cuadrado de color celeste y, después de haber determinado exactamente el centro, señálese éste con un punto blanco. Empiece el ejercitante a mirar fijamente ese punto, contando despacito de uno hasta setenta y siete; después cierre los ojos, cuente hasta diez, y vuelva a abrirlos. Después de practicar varias veces este ejercicio ya no verá el cartón celeste, sino verde. Así, sucesivamente, un cartón blanco se verá amarillo; uno amarillo, anaranjado; uno negro, gris, etc.
Después de haberse hecho hábil en este ejercicio, distinguirá el estudiante con toda facilidad los colores más o menos densos que rodean a una persona.
Hay otro ejercicio aún más fácil. Sobre pequeños cartones de los mismos colores se pone la mano izquierda, haciendo el ejercicio dictado anteriormente. Después se coloca la mano a la luz sobre un lienzo negro o en la obscuridad sobre un lienzo blanco; se distinguirá así el aura de la mano.
El aura astral con sus colores, radiaciones y movimientos, es el fundamento de la vida del hombre y, únicamente cuando la ciencia penetre allí, podrá descubrir la raíz de los males que agobian a la Humanidad.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

Relacionado