Curso XXXIII - Enseñanza 8: Diversos Tipos de Elocuencia

Elocuencia popular: Es aquella que, teniendo por tribuna el espacio y por auditorio el pueblo, permite vuelos más atrevidos y menos controlados, imágenes más osadas y emociones más vivas y profundas que los otros tipos de elocuencia.
Allí se atiende siempre menos a los adornos del lenguaje que al nervio y energía de lo que se dice.
El pueblo quiere oír cosas grandes y que se le anuncien con apasionada voz, con ademanes expresivos y con todos los síntomas de convicción y de entusiasmo de que sea capaz el orador. Allí el orador agita o calma las masas con el soplo de su verbo.
Elocuencia militar: Es una de las que más grande influencia ha tenido en los destinos de los pueblos.
Embriagar a los hombres para hacerles correr ciegamente tras la imagen dorada de la gloria; exaltar su espíritu hasta lograr que vayan a la muerte con la misma alegría con que marcharían a un festín y entusiasmarlos hasta el punto de hacerles olvidar sus padres, hijos y esposas para pensar sólo en un ídolo que tienen a la vista, la patria y la bandera que la simboliza, es la prueba del poder de la palabra en este tipo de elocuencia.
Las victorias de Napoleón se debieron en mucho a esa palabra de fuego que salía de su boca de caudillo para penetrar en las filas y transmitir al soldado todo el entusiasmo, toda la arrogancia y toda la magnanimidad de un jefe. Son notables sus arengas e ilustran muy particularmente al respecto.
Elocuencia académica: Todo debe ser aquí medido y calculado y sólo se piden delicadeza en la dicción, finura y sutileza en los conceptos, figuras brillantes en la línea de lo bello y no en la línea de lo elevado y magnífico; un compás, una cadencia a la que no se ajusta el alma con facilidad en medio de otros transportes. Se parece esta elocuencia al paseo que se da por amenos jardines. Timón hizo una exacta pintura de ella: “Tiene una fisonomía enteramente aparte. Se mira y remira como una coqueta de los pies a la cabeza. Acaricia la vanidad de los otros para que éstos, a su vez, inciensen la suya. No gusta de muchas ideas. Se mueve muellemente en medio de frases estudiadas, de delicadezas impalpables y de finas alusiones. Se corona de rosas pálidas nacidas del carbón de tierra en los templados invernáculos del Instituto”.
Elocuencia sagrada: Se relacionará sólo con las demás, pues supondría en sí misma un minucioso estudio que escapa a la dimensión de esta parte del curso.
Sus ventajas sobre el orador profano son la de poder elegir su objeto, meditarlo, disponerlo, formularlo, arreglarlo detenida y cuidadosamente en el archivo de su memoria, en tanto que el orador profano recibe el objeto que se le presenta y como se le presente y tiene que hablar sobre él, las más de las veces, con poca a ninguna preparación.
El predicador se dirige a gentes piadosas y devotas, en cuyos corazones no hay oposición, ni recelos, ni desconfianza; el profano habla entre adversarios tenaces y a veces ante un público rebelde. En la boca del predicador casi siempre se oyen palabras de dulzura, amor y fraternidad, en tanto que el orador profano lanza rayos encendidos y evoca las pasiones y los odios. El uno sólo procura hacer hermanos, el otro reducir enemigos.
Pero, en cuanto a oratoria, siempre tiene de su parte el orador profano otras ventajas que compensan aquella desigualdad. El predicador es el hombre del día precedente, de los días anteriores; el orador es el hombre del momento actual.
Sin embargo es cuadro solemne el de esa cátedra en que resuena la divina palabra. Abogado de su religión, intérprete de Dios, anunciador de la doctrina o el dogma, padre de sus fieles que como tal los dirige con su santa severidad y los anima con su angelical dulzura, es el guía del pecador que va a caer en el abismo y como tal lo ase y aparta de él con su brazo poderoso, lleva su consuelo y su esperanza en la palabra y su denodada lucha, aunque no tan aparente como la del tribuno forense o parlamentario y el patriota; no está libre de los ataques y resonantes victorias de aquellos. Sólo que son fruto de soledad y de silencio.
Menos temporal por su misión y naturaleza, trabaja no obstante en temporalidades y desconociendo el efímero triunfo ante los hombres, debe necesariamente conocer por fe, de una última victoria junto a Dios.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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