Curso XXXII - Enseñanza 15: La Formación de los Sistemas Planetarios

La gran Obra de la Creación está hecha; las inmensas llamas cósmicas se han ido ordenando una tras otra, formando así, paulatinamente, las innumerables Cadenas Planetarias.
Estas ruedas de mundos, ¿tienen un número definido, o son incalculables?
¿Es el Universo Creado un círculo que se ensancha indefinidamente o es una curva limitada y definida?
Si para la mente humana, tan limitada, el Universo es ilimitado y son innumerables los sistemas planetarios, para el Espíritu, el Universo tiene límites y medida.
Únicamente el Eterno en su aspecto incondicionado es el Sin Límites; sólo el No Ser es el Sin Número y únicamente con la Manifestación Primera empieza la numeración.
El espacio es un inmenso océano de materia primordial en fusión, en el cual está el substratum de todos los elementos.
En este mar inconmensurable de sodio, de calcio, de radio, de fuego etéreo, de vibraciones magnéticas, de partículas mentales, se condensan los elementos fundamentales alrededor de los principios eternos de la vida.
Las inmensas nubes atómicas fluctúan como grandes islas por los espacios interestelares.
La Vía Láctea, sustancia espermática de Dios, se forma mientras el polvo ígneo y los ultra potentes rayos cósmicos ondulan y giran vertiginosamente por todos los ámbitos del Universo. Y tras de estas fuerzas primeras, de estos poderes básicos, siempre se encuentra activo el vivificante Espíritu, las incalculables Huestes de inteligencias que construyen las Cadenas Planetarias.
Las partículas mentales del Cosmos son como ondas que vibran en las profundidades siderales, recolectando el polvo cósmico y la Materia Primordial, para llevarlos al fin propuesto.
Los torbellinos ígneos o Energía Cósmica, vivificados por la idea directriz, cargan y distribuyen la Materia Primordial; y, por el movimiento, forman las nubes cósmicas, material básico para la formación de las Cadenas Planetarias.
Estas inmensas nubes estelares son masas ardientes y luminosas que giran vertiginosamente sobre sí mismas, apoyadas, por así decir, en el polo cenital de la esfera hipotética, trazada de antemano por los Constructores como una inmensa rueda magnética.
Cuando la nube estelar desprende de sí su primer nacido, éste es lanzado al centro de la rueda y, si bien resplandece como su Madre, no arde como Ella; Él es el simbólico número ; Él es el astro rebelde y, sin embargo, director de sus hermanos y de la rueda en donde ha nacido. Él es el Sol.
Él es Ahahihaka.
Se puede observar aquí la diferencia existente entre la teoría de Laplace, en la cual se supone que de las masas solares se desprenden los planetas, todavía sostenida por los astrónomos actuales, y la teoría esotérica, que sostiene que el sol no es sino el primer lanzado de una masa primitiva.
Asimismo, contrariamente a las teorías corrientes, afirma la Ciencia Esotérica que los soles resplandecen, pero no arden; son astros oscuros y fríos, que absorben el calor del éter universal, como si se dijera que viven de la leche de la Madre y la utilizan para sus particulares sistemas.
Posteriormente, de la Masa Madre se desprenden los otros hijos o planetas, que se van colocando sobre la rueda y giran alrededor de su hermano mayor, atrayéndose y rechazándose unas veces, armonizando entre sí, otras.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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