Curso XXXII - Enseñanza 12: El Despertar
Empieza la aurora de un nuevo día de existencia cósmica.
Así como el alba disipa la oscuridad de la noche y va extendiendo apaciblemente los velos luminosos del día por el espacio inmenso, así el “No Ser” deviene a “Ser”.
El alba es una imagen microscópica de la gran alborada del día manvantárico.
En las profundidades sempiternas de lo Incondicionado, en las tinieblas profundas, un rayo solitario ha sido generado y emitido.
De ese punto primario o Espíritu Raíz surge la Inmaculada Madre, la creada por Sí Misma, la siempre Sola.
El Espíritu en Sí ha plasmado la Substancia Primordial; ambos son Espíritu-Substancia:
Este triángulo representa al Ternario del Espíritu Potencial.
El Espíritu en Sí se refleja en el Universo como Alma del Cosmos, generando la vida:
Este triángulo representa el Ternario del Espíritu activo.
La Vida es Espíritu-Mente, Materia y Energía:
Este triángulo representa el Ternario del Espíritu-Mente.
Una inconmensurable vibración ha sacudido el Seno Eterno.
La obscuridad surge de la obscuridad, y la obscuridad que surge de aquellas Tinieblas Inmanifestadas, al ser revelada, emana la Luz: Fue hecha la Luz.
Tinieblas y Luz se espejan en sí mismas, produciendo la apariencia manifestadora.
Es el solemne momento del Despertar: El Espíritu de Dios, Madre Potencial del Universo, obscuridad nacida de las Tinieblas, aleteaba sobre la haz de las aguas, Espíritu Universal y Madre de la actividad.
El puro bloque de Luz, Oro Místico, brilla en las incontaminadas aguas silenciosas del Río Eterno.
El pensamiento del Alma Cósmica, ha producido la diferenciación.
Como un brote maravilloso, el Espíritu del Universo, el vientre de la Divina Madre se ensancha de adentro hacia afuera y se invierte, esparciendo las gotas de su sangre inmaculada por el espacio infinito, creando las maravillosas cadenas de los Seres Constructores del Universo.
Al ser emitido el rayo solitario, al producirse la Vibración Eterna, quedan manifiestas la tiniebla y la luz, el espíritu y la substancia, la oscuridad hiende la luz; Dios deposita en el vientre purísimo de la Madre, en la matriz inmaculada de Ella, el germen de la Vida Universal. En la matriz del espacio ilimitado se forma el Huevo Cósmico, fuente de toda existencia.
La Sustancia Primordial, o materia, que había permanecido en el seno de la Madre en forma indiferenciada y potencial, se centraliza.
La Sustancia Primordial no es el éter de la ciencia actual, pues este éter es sólo una modalidad de ella; es, en cambio, el éter cósmico, la materia en su estado originario y homogéneo.
Esta sustancia universal, Alma del Cosmos, es el akasa de los sabios hindúes; es el abismo de las antiguas teogonías, en donde el vacío no existe; son las aguas de la Creación bíblica.
Esta sustancia cósmica permanece en estado uniforme e incondicionado mientras el Espíritu de la Manifestación está reconcentrado en sí mismo como Espíritu en Sí, pero cuando es la hora de la Manifestación plena o activa, la Luz Divina inunda por completo la Sustancia y brota la Vida.
El concepto de que los mundos fueron hechos por el Soplo Divino es maravilloso porque, en verdad, cuando el Espíritu Divino se manifiesta toda la Sustancia Universal se anima y vive.
Ella es tan divina y eterna como el Espíritu. Sólo su forma es variable y perecedera.
El despertar de la vida no es más que la consciente acción del pensamiento universal, que astringe las primordiales sustancias en un movimiento ordenado y rítmico.
El Pensamiento Universal se fija sobre la Sustancia Cósmica y el resultado de esta fijación es el movimiento astringente.
El Pensamiento Divino ha mirado a la Sustancia o Alma Cósmica, y esto saca a la misma de su uniformidad, dividiéndola en formas compactas y similares entre sí, que empiezan a moverse por esa atracción del pensamiento, en un movimiento rítmico.
Los átomos universales, despertados por el pensamiento universal, se separan y corren a reunirse, a distribuirse, a numerarse, para constituir las formas.
La Sustancia Primordial se divide, ya, en sus tres místicas partes: Mente, Energía y Materia.
Una vez que la sustancia cósmica se ha esparcido, empieza el ritmo; el ritmo hace la ley; la ley, la duración; la duración, el tiempo; y el tiempo la limitación.
Y el ritmo o movimiento, por la rapidez, engendra la forma.