Curso XXXI - Enseñanza 6: Lo Inmanifestado
Lo Inmanifestado no admite ni definición ni negación; porque negándolo o afirmándolo, se establecería un principio diferencial, aún en su aspecto Absoluto, cosa que no puede ser.
El ser más puro y angelical puede atreverse a considerar la unidad indisoluble de la Manifestación Divina; y aún la totalidad indestructible del Espíritu Universal y aún el Principio Fundamental del Universo, pero no lo Inmanifestado.
Sin embargo, lo Inmanifestado y la Manifestación no son dos Espíritus. Aquél que es, nunca deja de ser lo que No Es. Además, para lo Inmanifestado, decir No Ser y Ser, no tiene sentido.
Lo Inmanifestado, entonces, no admite discurso, ni sentido, ni principio, ni fin, ni vacío, ni plenitud, ni nada. Todas las causas de la diferenciación y los atributos de la Manifestación desaparecen instantáneamente al nombrarse la palabra Inmanifestado.
Si se quiere demostrar el valor de la Manifestación Divina, asentando tal afirmación sobre la palabra inmanifestado, esto tampoco puede ser; lo Inmanifestado se demuestra con la Manifestación y esto es una prueba, en Sí misma, de lo Inmanifestado.
¿Cómo puede lo Inmanifestado comprender en Sí a la Manifestación?
Para lo Inmanifestado, la negación misma no tiene sentido; ni tiene sentido la materia, ni la energía, ni la mente. Tampoco el Espíritu es distinguible ni indistinguible dentro de lo Inmanifestado.
Parece lógico que haya una división neta entre lo Inmanifestado y la Manifestación. Sin embargo no hay tal.
Esto es un misterio sagrado e inexplicable; sería la peor herejía querer demostrar el porqué y cuándo se establece la diferenciación, realmente.
Ningún Gran Ser se ha atrevido a querer mencionar o discurrir sobre lo Inmanifestado.
La misma palabra Inmanifestado no es más que una figura y no tiene sentido alguno ni semejanza con la verdad.
El estudiante de Teología ha de cubrirse aquí con su blanco velo y recordar que tendría que morir aquél que oyera nombrar a Dios por su verdadero nombre; él ha de sentir un respeto profundo, silencioso y abrumador ante estas suposiciones figuradas de algo imposible de comprender totalmente.
El estudiante ha de acostumbrarse a disuadir a los principiantes a investigar sobre estos problemas que Dios revela a quien quiere y como quiere.