Curso XXXI - Enseñanza 5: Los Misterios Divinos
La razón natural, por sí, poco puede investigar sobre los Misterios Divinos.
El hombre tiene de Dios un conocimiento nominal, pero su razón, a través del deseo constante y ardiente de investigar sobre la naturaleza de Dios, puede tener, dentro de su campo magnético mental, un conocimiento confuso. Nunca podrá la mente abarcar la totalidad del conocimiento divino y, aún cuando la mente llegue a una perfección extraordinaria, semejante a la de un ángel, tendrá un conocimiento de Dios infinitamente superior, pero no tendrá el conocimiento total.
El conocimiento de Dios llega a la mente del hombre, de una manera muy vaga, mediante el razonamiento natural, mientras es Viator.
Luego, la razón recibe del conocimiento de Dios una intuición confusa cuando es Peregrinus.
Después recibe un conocimiento de Dios beatífico o intuición clara, igual que una gota de agua, que refleja en sí la totalidad de la imagen del sol.
La especulación mental, sin embargo, trae consigo por la ilación consecutiva, una seguridad cada vez mayor del conocimiento de Dios, primero racional, luego intuitivamente confuso y después beatífico; y este conocimiento, por el don de conciencia individual, parece cada vez más total, sin serlo en realidad.
Entonces, el sabio busca definiciones para explicar su verdad y deduce de sus verdades contingentes, terceras verdades, que no son más que verdades parciales y sobre éstas construye sistemas completamente falsos, llegando a veces a conclusiones grotescas.
Los sabios de HES han preferido, ante ciertos problemas, reverenciar los Misterios de Dios y del Universo y quedar mudos, sin dar explicaciones forzadas.
Algunos definen: Dios y el Universo son una sola cosa. El Espíritu está en todo lo existente y, conjuntamente con lo existente, se desenvuelve y se perfecciona.
Obsérvese la falsedad de esta proposición. En efecto: ¿Cómo el Ser Perfectísimo puede tener necesidad de perfeccionarse a través de su Universo?
El Ser Perfectísimo que impregna todo el Universo de Sí mismo desde la Eternidad, no necesita devenir a través de un plano de evolución para ser tal.
Misterio Sagrado que la mente del hombre no puede conocer.
Otros definen: El Ser Eterno emana o crea algo que es Él mismo y semejante a Él; pero en realidad, esta emanación o creación es algo imperfecto, ya que tiene que evolucionar continuamente para llegar a la suprema perfección y, asimismo, este Universo, que será semejante a Dios, nunca será Dios.
También se observa la falsedad de esta proposición: Dios, a través de este concepto, queda así eternamente separado de su Universo y existirían así eternamente dos principios, uno más perfecto y uno menos perfecto.
¿Por qué Dios emana o crea el Universo?
Misterio sagrado que la mente del hombre no puede comprender.
Otros más definen: El Eterno nunca deviene en realidad, sino únicamente se diferencia, y esa diferenciación es ilusoria. Pero si hay un Absoluto y una diferenciación, ¿en qué momento ocurre esta diferenciación? Además, al establecerse un punto en donde lo Indiferenciado se hace diferenciado, también se establecen dos principios.
Se observa nuevamente una falsedad. Si el Absoluto llega a una determinación diferencial, enseguida se establecen dos aspectos de Él mismo: uno absoluto real y otro absoluto ilusorio.
¿Cuándo, por qué y cómo lo Inmanifestado se diferencia?
Misterio sagrado que la mente del hombre no puede conocer.
Sobre estas diversas proposiciones el hombre puede ampliar su conocimiento intuitivo, pero no puede poseer, ni ideológica ni espiritualmente, toda la verdad.
Dos sabios discutían sobre un asunto teológico y mientras uno hablaba con mucha propiedad y claridad de concepto, el otro callaba sin afirmar ni negar. Ambos llegaron a la conclusión que el trabajo teológico requiere muchas explicaciones, definiciones, palabras claras y conceptos asentados; pero que las grandes situaciones y los grandes misterios se resuelven con un gran silencio.