Curso XXX - Enseñanza 8: Filosofía China

La escuela filosófica china no tiene establecida una fecha de comienzo, pues siguió la línea de pensamiento de los atlantes mongólicos.
Las primitivas dinastías, se pierden entre las sombras del mundo Etéreo; tan es así, que antiguas dinastías, que se remontan cinco o seis mil años, las consideraban sin conocer su origen.
Se deduce de los escritos de Confucio, que a las dinastías ya reconocidas se les atribuía una antigüedad de tres mil años y a las otras anteriores, se las denominaba Dinastías Divinas.
Todo lo que se puede conocer de los conceptos mentales de los antiguos chinos es a través de las escuelas del pensamiento que surgieron inspiradas por esos antiguos principios.
El fundamento de la filosofía china no es, ni Dios, ni el Libro de la Ley, sino el hombre mismo.
El concepto chino del Ser Eterno es extraordinariamente elevado, tanto que jamás quiere aludir a Él; decir a través de la observación exterior de la filosofía china que ella no reconoce un principio cósmico fundamental es pueril.
Confucio se enoja con sus discípulos cuando le preguntan sobre la esencia del Ser Eterno. “¿Cómo puede hacerse semejante pregunta?”
Lao-Tsé lo sintetiza al Ser Eterno en el Camino. Pero con juegos de palabra, rechaza terminantemente considerarlo. Por eso él dice que: “Los nombres que se le pueden atribuir no son los nombres de lo Eterno”.
Los chinos no discurren sobre el principio único del Universo, ni tampoco condensan los secretos de la Manifestación Divina dentro de un libro sagrado, como hacen los hindúes. Para ellos no hay más imagen de Dios sobre la Tierra que el hombre. Ni se puede encontrar libro alguno más santo que la naturaleza humana.
El hombre no puede reconocer a Dios sino a través del hombre mismo. En síntesis: “El hombre es la medida del hombre”.
¿Para qué buscar las medidas de Dios, para qué buscar la solución de lo Infinito fuera del hombre mismo, si sólo él puede dar tal solución a través de su propia existencia?
Se reconoce en esta teoría el rastro del pensamiento atlante. El hombre es Dios, todos los demás hombres no son sino reflejos del mismo hombre. ¿Quién le impide realizar tal Divinidad? Son los elementos que lo constituyen, pero que no son él mismo; así que ha de dominarse constantemente, disciplinarse, para llegar a ser lo que es: Dios del Universo.
Sobre esta tesis, seguramente los antiguos filósofos chinos desarrollaron su doctrina. Como a través de la experiencia de los antepasados habían observado que el hombre tiende siempre a fundirse con alguno de sus elementos y transformarse en un demonio, reconocieron esta teoría, modificándola. El hombre, para llegar a ser Dios, ha de tener otro hombre que ha llegado a la Realización, para que le sirva de ejemplo y de guía. Es el jefe indiscutible de una dinastía, es una Divina Encarnación, es el Rey Iniciado, según el verdadero concepto.
Las escuelas de filosofía más antiguas y reconocidas de la China son las de Lao-Tsé y la de Confucio. Si bien ellas parecen estar tan en desacuerdo entre sí, constituyen dos elementos tributarios de una única potencialidad mental.
La filosofía de Lao-Tsé (n. 570 a. J.C.) resumida en el Libro de Tao o Ritmo de la Vida, es netamente metafísica. Reconoce al hombre como único principio del Universo; pero el hombre ideal, el hombre abstracto, el hombre en sí.
A través de la renunciación constante a sí mismo el hombre se transforma en un ser libre y, por consiguiente, en el rey de los demás.
El continuador de Lao-Tsé, Chuang-Tsé (n. 275 a. J.C.), condensó las ideas de esta filosofía en libros que se hicieron tradicionales.
Confucio (n. 551 a. J.C.), propulsor de la otra escuela filosófica, quiere llegar a los mismos efectos en el hombre, pero en la síntesis perfecta de la vida diaria. El hombre tiene que esforzarse continuamente mediante la práctica y a través de la imitación del rey prototipo, para llegar a la perfección y hacerse digno de dirigir y guiar a los otros hombres.
El hombre es medida del Universo, pero ha perdido las bases fundamentales de esa medida, sin las cuales no puede gobernar a un pueblo y hacerlo feliz. Tiene que volver a encontrar a esas medidas, esos ritmos que son el mejor modo de expresar el valor del hombre interno.
En el libro de Li-Ki están las normas de cortesía, de ceremonial, de protocolo, de los ritos funerarios, etc.
Estas filosofías datan de unos quinientos años antes de Jesucristo, mientras que la verdadera filosofía china se pierde en la noche de los tiempos. Y sólo le queda como tradición la imagen del Dragón.
Para el chino, la idea está expresada en un símbolo, de igual modo como puede estar escrita en un libro o representada en un hombre.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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