Curso XXX - Enseñanza 5: Filosofía Prevédica
La Filosofía prevédica es la que fue estudiada antes de que ciertos conceptos metafísicos, morales, religiosos y sociales, fueran condensados en los Vedas.
Desde luego los conceptos védicos y prevédicos fueron estrictamente de Cosmodicea; y los antiguos pueblos orientales nunca tuvieron otros.
Dejaron tan profunda huella en el concepto mental de los orientales que, aún al día de hoy subsiste; y hace que la mentalidad oriental sea diferente de la occidental, lo que dificulta y hace casi imposible, el acercamiento de estos dos sectores del mundo.
Para estudiar determinada Filosofía, no sólo es preciso elaborar un concepto, estudiarlo detenidamente y procurar asimilarlo, sino también es indispensable la disposición mental adecuada. De lo contrario, la idea fundamental será desvirtuada dentro del mismo cerebro del hombre que la estudie.
El concepto fundamental de la Filosofía prevédica se basa, esencialmente, en la existencia de lo Infinito.
El No Ser, la fuerza misteriosa de donde sale el Universo, es el sostén de este mismo. Y este Universo no es limitado, sino infinito.
El único contacto que existe entre lo Infinito y el hombre es el alma del ser, o mente.
En esto estriba toda la diferencia entre el hombre oriental y el occidental, entre el estudiante de la Cosmodicea védica y el estudiante de la Cosmodicea helénica.
Los védicos afirman que lo único real es la mente y que es lo único que puede acercarse a definir lo Infinito. Entonces, sólo la Teoría tendría valor y utilidad, sólo aquello que la mente pudiera definir.
El estudiante ha de proyectar mentalmente sus teorías y saber por la intensidad de la emoción que proporcionan, o por la claridad del concepto que expresan, su valor, si es verdadera o falsa.
Esto basta. Investigar sobre ello, reducirlo al campo material y experimentarlo, dentro del alcance del hombre, es injurioso para la idea, perjudicial para la libertad del pensamiento y ponzoñoso para el adelanto del individuo.
Los Filósofos lograban una gran comprensión extática; sin embargo, después de haber salido de esas profundas meditaciones, vueltos a su estado habitual, eran oscuros en sus afirmaciones, divergentes en sus expresiones y producían divergencias entre sus discípulos.
El ser que baja del campo puramente ideal filosófico está preso en las redes de la ilusión, en las tinieblas de la separatividad.
El esfuerzo constante del Filósofo consistía en acercarse a lo Infinito de manera que también sus tareas mentales tenían un valor relativo; eran verdaderas a medida que procuraban acercarlo a la Gran Verdad de lo Infinito.
Para lograr esto, era necesario eliminar del pensamiento todo deleite y sentimentalismo y llegar a una iluminación clara sólo mediante el intelecto, a través de una visión intelectual negativa.
Según el conocido axioma de Cosmodicea y, sobre todo, de la Filosofía del No Ser, “no es con el conocimiento mental que se puede llegar a la Suprema Unión, o Suprema Comprensión, sino, con un estado similar, aparente y negativo”.
Entonces, fue necesario tomar los conceptos más fundamentales, revestirlos de formas y figuras, asociarlas a las creencias, a las costumbres, a las leyes y a los Dioses del pueblo, para que el mismo pueblo los conservara en beneficio de los estudiantes.
De allí nacieron Libros Sagrados, verdaderamente ortodoxos, porque encierran la Enseñanza Divina, transmitida en horas de sublime comprensión, a los Filósofos prevédicos, los poseedores de los verdaderos postulados de la Cosmodicea.