Curso XXX - Enseñanza 14: Conceptos de Filosofía Andrológica

Todo concepto andrológico es absurdo.
Si se apartara un hombre totalmente de los demás seres y del conocimiento de Dios, cosa absurda, porque el hombre, por su naturaleza intrínseca jamás puede ser separado de Dios, y quisiera conocerse por sus propios medios, tendría que valerse de él mismo, de su fuero interno, para conocerse.
Es comprensible, pues, que el ser no habituado a especular sobre Dios, el cual es único fin, real y verdadero, piense: “¿yo soy? ¿quién?”
“¿Yo soy quién?”
Sobre esta frase se basa toda la filosofía andrológica.
El hombre, lo primero que busca explicar es su yo. El yo que él conoce es su yo físico, aquél yo físico que imperiosamente le hace pensar a través de sus necesidades vegetativas o instintivas.
Entonces, el postulado fundamental de la filosofía andrológica es: Yo soy un hombre.
Este resultado es correcto desde el punto de vista físico, pero es absurdo desde el punto de vista cósmico, como son todas las parciales verdades andrológicas.
Impulsado por sus deseos de conocerse, el hombre utiliza su mente para penetrar dentro de la misteriosa máquina humana; investiga, observa, analiza y compara; y hace como el niño que rompe su juguete para ver lo que contiene.
De este modo la Andrología se enriquece con infinidad de escuelas filosóficas, todas ellas nacidas del primer postulado: “Yo soy un hombre”, como la física, la química, y la medicina aplicada.
Como el postulado “yo soy un hombre” no es sino relativamente verdadero, el ser sigue manteniendo viva la frase “¿Yo soy quién?”
El hombre descubre en sí sentimientos y emociones completamente inaccesibles para la fisiología. Entonces empieza a discurrir: Yo soy un hombre, más hay algún valor, existente en mí, que yo no conozco. Puedo pensar ésto y lo otro; puedo sentir de un modo o de otro; entonces surge el estudio filosófico, el análisis de las emociones y, tras arduas luchas, llega el hombre al gran postulado: “Yo soy un hombre anímico”.
Todo su sentir interno es estudiado en cada uno de sus aspectos, y éstos se exteriorizan en varias escuelas de diverso carácter psicológico, las cuales coinciden en sostener el postulado: “Yo soy un hombre anímico”.
Como, sin embargo, este postulado: “yo soy un hombre anímico” no es sino relativamente verdadero, como toda verdad andrológica, el hombre sigue sosteniendo la frase: ¿Yo soy quién?
A veces predomina en el ser el hombre físico, con el instinto; otras veces, el hombre pensante, con la comprensión.
La Andrología discurre para establecer cuál de estas dos fuerzas es el hombre verdadero; pero al explicarlo de un modo o de otro, le va agregando atributos. A cada uno de estos éstos se les ha atribuido mayor o menor importancia, surgiendo de allí múltiples escuelas que la alejan, cada vez más, de la verdad y de la fuente primaria. Sin embargo, éstas enseñaron a los hombres a pensar, a hablar, a escribir y a aplicar sus variados conocimientos a diversas especialidades.
Pero el hombre que, con la Filosofía Andrológica, ha penetrado en lo más íntimo de su ser, encuentra la Chispa Divina, y con Ella la única solución al problema humano, que es el retorno a Dios, a la Eternidad. Entonces, surge el postulado perfecto que, de andrológico se transforma en cosmodiceico: “Yo soy Aquéllo”.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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