Curso XXIX - Enseñanza 9: La Época Glacial Miocena

Después de la destrucción de Lemuria las aguas de los océanos dominaron casi enteramente el globo, pues el nuevo continente, que daría albergue a la Raza Atlante, surgía lentamente de los mares, dando la impresión de inmensos lagos; era destino de esta nueva tierra gestar bajo los hielos.
Fue entonces que la gran rarificación atmosférica produjo sobre el globo una época glacial. Un inmenso cinturón de hielo rodeaba a toda la Atlántida, dando la impresión que la vida había desaparecido por completo sobre el mundo.
Mucho después de esto, hace 850.000 años, durante la subraza de los toltecas atlantes, hubo otra época glacial, pero de menor intensidad.
Sin embargo, durante la primera de las épocas glaciales mencionadas, permaneció intacta parte de la isla de Moo-Za-Moo, protegida por inmensas montañas de nieve que la defendían de huracanes y tempestades.
Ya no era esa isla floreciente y hermosa, último baluarte de la antigua Raza Lemuriana, sino se componía de grandes rocas y cuevas, donde vivían los conservadores del género humano, los hijos de la Yoga, o voluntad.
Esperaban allí, cual Noés, generación tras generación, que pasara el diluvio de hielo para poder emprender viaje hacia las nuevas tierras prometidas.
Al finalizar esta época glacial, Saturno, el obscuro planeta del sufrimiento, estuvo en conjunción con la Luna, la pálida madre de la Tierra, como símbolo de la nueva Raza que estaba por venir; los componentes de ésta serían llamados hijos de Dios e hijos de Satán, los hombres que de blancos se volvieron negros, por el pecado.
Cuando empezó el deshielo, promovido por las calorías que del centro de la Tierra subían a su superficie, después de grandes inundaciones, los restos de la última subraza lemuriana, que en ese lapso de tiempo se habían modificado extraordinariamente, se desparramaron sobre cuatro puntos principales del globo, guiados por los Grandes Iniciados de la Raza, para fundar, en cuatro lugares distintos de la tierra atlante, la nueva Raza.
El calor, que aumentaba cada vez más, iba secando lentamente las tierras del nuevo continente, envolviendo todo el panorama con espesas nubes y densas nieblas.
La vegetación despertó de su sueño y la simiente, que había dormido bajo los hielos, volvió a la vida.
Toda la tierra vibró con una emoción nueva, disponiéndose a servir al nuevo hombre, al hombre gigante, al hombre de tres ojos.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

Relacionado