Curso XXIX - Enseñanza 14: Las Dos Últimas Subrazas Atlantes

Todo a lo largo de la costa oriental del actual Océano Atlántico, había surgido la nueva subraza de los akadios.
Crecían lentamente mientras los semitas peleaban con sus mortales enemigos, los turanios, llamados en el Ramayana, los Rakshasha.
Los akadios vivían en vastas llanuras, formando un tipo de atlantes blancos, pero mucho más corpulentos que los semitas.
En su infancia, los akadios vieron la destrucción de una parte de la Atlántida, hace unos 220.000 años; y fueron un pueblo, quizás el primero, que se podría llamar marino.
Pueblos enteros vivían sobre inmensas balsas, construidas con un material que se fortalecía al contacto con el agua. A veces eran tan grandes estas balsas que sobre ellas se construían dos o tres casas; y se podía pasar de una a otra por puentes tejidos con fibras vegetales de gran resistencia.
La pesca era el arte y mayor producto de estos pueblos; y llegaron a tener, en épocas de prosperidad y civilización, ciudades marinas edificadas sobre balsas y poderosas flotas.
Pero a medida que iban creciendo en poder empezaron a ser hostigados por los semitas y se desató una guerra milenaria, con alternativas de victorias y de derrotas, hasta que los akadios vencieron definitivamente a los semitas, destruyéndolos en su mayor parte, hace unos 150.000 años.
Mientras el continente atlante se iba hundiendo y transformando continuamente, otras tierras iban surgiendo del Océano y los semitas ya habían depositado, en ciertas tribus, la semilla de la Raza Raíz Aria. Por eso, la subraza mongola, la última de la Raza Atlante, habitó casi en su totalidad en tierras de nuevo continente.
Era una raza crecida en el Asia actual, que desarrolló su poderío alrededor del Lago Salado de los Dioses, actual desierto de Gobi, y que se dedicó en particular al comercio, a la agricultura y a las guerrillas. Fue el primer pueblo agrícola.
En este tiempo la Raza Atlante estaba ya en asombrosa decadencia. Los gigantes habían perdido estatura, fuerza, agilidad y energía. Y como si la raza quisiera hacer un examen retrospectivo, había impreso a los mongoles cierto parecido con las facciones de los lemures.
Además, su piel era amarillenta y sus ojos pequeños y rasgados, como se nota en sus descendientes actuales: malayos, chinos y japoneses.
El gran continente atlante había desaparecido por completo hace unos 85.000 años, y había arrastrado consigo, al fondo del océano, todos sus recuerdos, con la sola excepción de la isla de Poseidonis.
Pero los hombres atlantes se resistían a su destrucción. La decadente Raza, que recordaba sus grandezas pasadas, procuraba animar sus fláccidos cuerpos con los resabios de las poderosas corrientes místicas que sus abuelos habían manejado.
Sin embargo, la Gran Obra tenía que cumplirse. Los atlantes tenían que dejar lugar a los dueños del nuevo continente.
Por eso, la última tribu atlante fue definitivamente vencida en la Gran Lucha de los Mil Quinientos Años.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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