Curso XXVII - Enseñanza 25: El Cristianismo

El Cristianismo marcó una nueva era básica, completamente distinta de las anteriores, que revolucionó al mundo y es aún credo de la civilización europea.
Todas las religiones nacidas de las dos grandes corrientes, védica y egipcia, desembocan en el mar del Cristianismo; las que no han desaparecido subsisten en decadencia. El Cristianismo será la única religión vital del mundo, conquistadora de la civilización.
La religión cristiana nació, como todas las demás, en Oriente; surgió del judaísmo, fue transplantada a los pueblos occidentales, donde fructificó.
Jesús, Iniciado Solar de cuarta categoría, hebreo de nacimiento, apareció entre los hombres en los albores de nuestra era.
De familia humilde, Aquél que había de ser la Encarnación Divina del sufrimiento, aprendió desde pequeño la lección del dolor.
Nadie sabe de donde tomó la maravillosa doctrina de los Evangelios que transformaría a los pueblos, pues los textos desconocen su vida desde los doce hasta los treinta años.
Los ocultistas modernos dicen que viajó a la India y que allí aprendió su divina doctrina; otros dicen que fue en el antiguo Egipto y los Rosacruces dicen que en la secta de los esenios, antiguos místicos hebreos que guardaban la sabiduría esotérica.
Pero nadie puede saberlo a ciencia cierta, pues los años de estudio de un Iniciado están herméticamente encerrados en el círculo del Maestro y su discípulo.
Hasta entonces los instructores religiosos habían mirado a la Humanidad y beneficiándola sólo desde sus tronos de oro, desde sus templos brillantes; pero vino Jesús y, ejemplo único, bajó hasta los hombres, compartiendo sus miserias, viviendo entre ellos, hablando su idioma. Quiso beber la copa del martirio humano. Hasta su muerte dolorosa fue similar a la de los hombres miserables y abandonados.
¿Cómo no había de arraigarse una religión que divinizaba el sufrimiento humano, mostrando a su Dios, Hijo del Hombre, clavado sobre la cruz?
Sin embargo, Jesús no fundó ninguna religión; únicamente lanzó una idea, la del dolor humano comprendido, sublimado, divinizado.
El organizador de la religión cristiana fue Pablo de Tarso.
Los discípulos de Cristo, hombres humildes y de escasa cultura, no querían sino venerar la memoria del Maestro y vivir su doctrina dentro del Hebraísmo. El mismo Jesús en una ocasión había dicho: “Yo he venido a salvar a los hijos de Israel”. No sospecharon que su ideal pudiera trascender el círculo Hebreo.
Pero Pablo, hombre inteligente, Iniciado Lunar de gran visión profética, viendo y comprendiendo la maravillosa doctrina de los Evangelios, la predicó a los gentiles, hombres de otras religiones. Organizó una iglesia, con leyes y dogmas, y transportó el nuevo credo a Roma, la gran capital de entonces.
La religión de Cristo avanzó impávida hacia el Norte. Después de los años del martirologio, de los tres siglos pasados a ocultas en las catacumbas, del largo bautismo de sangre, salió a la luz del día marchando a la conquista de los bárbaros, de los nuevos pueblos en formación.
Visión amplia fue la de los primeros dirigentes de la iglesia Cristiana al dejar atrás a los sabios estancados del Oriente e ir hacia los bárbaros del Norte, pues intuían que el bárbaro de entonces sería el conquistador del mañana, y por ende, el sostén de su religión.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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