Curso XXII - Enseñanza 11: Otras Meditaciones Afectivas Estimulantes
A través de las enseñanzas de este Curso los Hijos han ido tomando conocimiento de distintas modalidades del ejercicio de la meditación afectiva.
Todas ellas forman un verdadero arsenal de donde el Hijo puede extraer el arma adecuada al tipo de batalla que deba librar contra la Dama Negra, según sean sus estados anímicos. Con ello se logra no dar pábulo a las humanas flaquezas, para que, so pretexto de tal o cual estado de ánimo, hallar aquél que justifique la no realización del ejercicio de la meditación.
Se ha dicho ya que cuando el Hijo está invadido por el hastío y el desgano de pronunciar muchas palabras o en imaginar cuadros con muchos detalles, argumentales, podía recurrir al tipo de meditación afectiva pasiva, sobre la base de una sola imagen simple y muy pocas palabras, en un dejarse penetrar, pasivamente, por los suaves efectos de las sensaciones, pero manteniendo el mínimo de atención necesaria para no ser desviado del proceso meditativo.
En el ejercicio de la meditación afectiva estimulante el Hijo tiene una variante para utilizar en similares estados anímicos de hastío y desgano.
El Hijo sabe o intuye que ese estado proviene de su naturaleza humana rebelde todavía a la influencia espiritual y, habiendo conocido ya momentos de entusiasmo y exaltación en que anhelaba fervorosamente el instante de poder estar en íntimo coloquio con la Divina Madre, busca el amparo y la fuerza de su Voto de Fidelidad para renovar en sí esas ansias de estar ante Su Divina Presencia.
Todos los sentimientos comunes y personales siguen estando en él solamente que, en esta situación le falta la iniciativa, la orientación, para utilizarlos en la adoración de la Divina Madre y transmutarlos en bienes espirituales.
Es entonces cuando puede proponerse convulsionar su fuero interno, salir de ese estancamiento negativo y egoísta recurriendo a las meditaciones estimulantes.
No se debe olvidar que se trata de un ejercicio y que, como tal, se realiza mediante la práctica de acciones humanas. En el caso de esta modalidad de ejercicio, estas acciones son el proponer difundirse, compenetrarse, hacerse uno con el cuadro imaginado y, además, en el tono fervoroso dado a las palabras.
Por ejemplo, una poesía leída fervorosamente, con una lectura intensa que adentre al alma en los conceptos o escenas descriptas por el poeta, puede movilizar una emoción tal que provoque las lágrimas; mientras que, una lectura displicente de la misma poesía no provocará en el lector ninguna clase de emoción.
Así, en este tipo de meditación, el Hijo con el fervor de sus palabras, con el tono dramático, exaltado y entusiasta con que las diga, con su querer vibrar con la unción dada a la descripción del cuadro y de las sensaciones, generará en su interior una fuerza que por simpatía irá extendiéndose a todo su ser, despertando sus sentimientos comunes adormecidos y podrá, fácilmente, transmutarlos a un plano superior convertidos en gemas espirituales, verdadero tesoro con que el alma del Hijo adorna su amor a la Divina Madre.