Curso XXI - Enseñanza 6: Meditación Afectiva sobre “El Templo de Oro” y “El Velo de Ahehia”

“EL TEMPLO DE ORO”. ¿Qué es el consuelo? Es muy difícil saberlo, porque uno tiende a confundirlo con un suave placer del alma. Muchas veces se llama consuelo al pasajero olvido del propio trabajo.
Se cree que el consuelo es más bien una especie de evidencia de que lo que se está haciendo está bien hecho. No es una tregua ni un descanso, sino un aliento divino que recupera las energías; es una oleada de aire fresco que ventila el alma, un poco inundada de los vapores de la lucha; es una especie de saneamiento y reconfortamiento espiritual.
Con el consuelo llega un nuevo optimismo que, poco a poco, se va agotando en el trabajo mismo; con el consuelo se vuelve a sonreír de nuevo a la vida y a desfruncir el ceño. El consuelo vuelve al alma a la realidad suprema de que el juego de la vida es en verdad un juego maravilloso para los ojos de las almas sencillas. A veces se pierde y a veces se gana; pero lo fundamental está en el juego mismo, en participar y en mirar, de cuando en cuando, a la cara de Dios. Dios no es el juez, sino el contrincante.
“EL VELO DE AHEHIA”. A veces, en este juego de la vida, se arrebata el velo de Ahehia y se mira directamente a su rostro. ¿Dónde está Ahehia?
Se equivoca cuando se comienza la rebúsqueda interior, investigando planos y subplanos cada vez más sutiles, en busca de Ahehia; es moverse excesivamente. Pero cuando más se mueve uno, menos se ve; porque Ahehia está en cualquier parte; mejor dicho está en la sabiduría y en la paz interior.
Ocurre que el alma, ignorante, se mueve vertiginosamente a través de su mundo interior, sin dejar por ello de ser ignorante lo mismo. Aunque se esté en el último cielo, no se verá nada, porque no se ha aprendido a ver. En cambio, no se debe mover uno, sino que se debe crecer en el propio sitio y ver la transmutación de las cosas.
Es como si se fuese botánico y para conocer la naturaleza, se viera primero una flor, luego una semilla, luego un árbol chico, luego otro más grande. En cambio, se debe enterrar una semilla y esperar durante veinte años, regando y abonando la planta, hasta que esté hecho el árbol. En vez de desplazarse uno, que se desplacen las cosas.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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