Curso XXI - Enseñanza 10: Meditaciones Afectivas Estimulantes

“LA DAMA NEGRA”. La sangre es el vínculo que une al hombre con su Dios; la materia con el espíritu. La sangre es, siempre, el don del sacrificio. La sangre no sólo es la vivificadora del ser, sino la que más ata a las costumbres, la familia, el pasado. No obstante, toda la sangre se renueva en pocos días. ¿Si esa sangre se renueva siempre, por qué entonces persisten los hábitos?
La sangre se renueva limpia, pero el ser la mancha con sus acciones. Si se pudiera por unos cortos días, romper la ligazón con el pasado, la sangre no se echaría a perder y, verdaderamente, podría comenzarse una nueva vida, más pura, más limpia.
Se ensucia la sangre con las acciones; luego la sangre se vuelve contra uno mismo. Es necesario romper el encadenamiento mecánico de los vicios de la Dama Negra, interrumpir la secuencia del bien y del mal, cortar de una vez la cadena de causas y efectos del pasado. Dios y la sangre se encargarán de que la vida se renueve siempre. El ser debe ocuparse de morir, ya que la Divina Madre se ocupará de revivirlo. ¿Pero, cómo morir? Esa es la parte más difícil.
La Divina Madre da siempre la vida, ella es la vida; pero el ser sólo sabe pervertir esa vida dada. Cuando se aprenda por unos instantes a matar el encadenamiento de perversión de los propios hábitos la vida se encaminará sola sobre la sangre pura y sana de la Divina Madre.
“EL ABISMO”. La sangre también une a la Humanidad. Muchos creen que el mayor altruismo es el ofrendar la sangre, por alguna causa justa: la patria, un movimiento social, un ideal; pero parecería que la mayor ofrenda, la más útil, la de mayor alcance, es la regeneración de la humanidad individual que vive en uno, transformando todo lo humano que se tiene por un tipo superior.
¿No vienen los males del mundo, acaso, por la falta de un modelo visible a quien se lo pueda imitar? Jesús está a 2.000 años de nosotros. ¿Dónde está el hombre sobre la tierra que sea hombre en sí, no el transmisor de una idea, de un movimiento? Hace falta en esta tierra el hombre-hombre, el hombre cuya misión le sale de sí mismo. Simone Weil, Gandhi, Schweitzer, Ramakrishna, Gurdieff, Lenin, Roosevelt, Einstein, no han sido hombres; han sido el recipiente por donde surgía la divinidad en sus distintas manifestaciones sociales, científicas o sobrenaturales; ellos no producían más que cosas, montones de cosas para el hombre; pero ninguna de estas cosas le sirve a uno para solucionar su problema fundamental. El hombre-hombre, el que vale por sí, el que sirve de arquetipo para 2.000 millones de pequeños hombres, no existe todavía. ¿Será el Maitreya?
Piénsese que dentro de uno, en lo más profundo y desconocido del ser, subyace ese arquetipo humano, hecho a medida, y no se desee otra cosa que lograrlo. Si se logra será el mejor triunfo sobre el abismo. Todos los hombres tienen ese arquetipo interior también.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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