Curso XIX - Enseñanza 6: Diferencias Principales en las Posturas
Se considerarán primeramente las tres posturas principales por encontrarnos en todo momento adoptando una de ellas, es decir: la postura de pie, sentada y acostada. Tanto nos hemos acostumbrado a pasar de una a otra o a permanecer durante horas en una postura determinada, que hemos perdido todo sentido crítico que nos permita advertir si la postura en que nos hallamos es correcta o no. Sólo a veces, después de estar sentados durante largo tiempo delante de una tarea absorbente, notamos que la tensión en que mantuvimos continuamente ciertos músculos de la espalda y de las piernas se torna insoportable. Cambiamos de posición enderezando la espalda momentáneamente, para descubrir un poco más tarde que nos encontramos nuevamente en la misma posición de antes.
En la postura de pie, que es algo más fácil, encontramos sin embargo que también hemos cedido a costumbres debilitantes. Casi siempre apoyamos el peso del cuerpo en una sola pierna y cuando ésta se cansa lo corremos a la otra, buscando siempre una pared o el marco de una puerta para apoyarnos.
Las deficiencias y la falta de relajación en las posturas acostadas, que generalmente empleamos solamente para descansar, son consecuencia de los vicios adquiridos en las otras posturas.
Es necesario por lo tanto, desplazar los viejos hábitos de posturas incorrectas por nuevos hábitos para lo cual se recurre a los ejercicios y al continuo autocontrol, adoptando al principio las posturas tal como se encuentran descriptas en este curso, hasta que el sentido de la naturalidad en la postura se ha despertado en nuestro interior. Desde allí en adelante, toda descripción sobre la adopción de posturas se hace innecesaria.
Por lo general, las posturas pueden ser divididas en tres grupos, según su influencia característica. Hay posturas que favorecen la vida vegetativa, otras que favorecen la vida mental y finalmente aquellas que favorecen la vida mística del ser.
Las posturas vegetativas, o sea aquellas que estimulan el bienestar físico acrecentando la salud y la vitalidad, son aquellas que hacen sintonizar el cuerpo con las energías físicas universales. Externamente se reconoce en ellas un amplio y firme contacto con el punto de apoyo o sea, la tierra. En las posturas mentales, en cambio, este apoyo se reduce, con lo cual se obtiene cierto recogimiento acompañado por una actividad mental estimulada por el sentido de equilibrio, que se mantiene bien despierto por la reducción del apoyo.
Es muy difícil decir algo acerca de las posturas místicas ya que ellas pueden ser muy distintas según quien las ejecute. Por lo general, los cuerpos en dichas posturas aparecen como careciendo de vida.