Curso XVII - Enseñanza 8: El Voto de Holocausto
“Mi alma está atada eternamente a todas las almas. Así como Dios está preso en la creación, así mi alma está presa por el amor a todas las almas. Ellas son mi vida; ellas son yo mismo”.
Esta es la perfección del amor, la perfección de la Renuncia; la desaparición en las almas.
Desaparecer no es aniquilarse sino ser, expansivamente. Cuando esa expansión abarca el universo es perfecta, es la desaparición en la eternidad e infinitud de Dios en las almas.
¿Por qué esa expansión es Holocausto?
Los hombres creen que la unión es un goce sensible, exquisito, pero entonces habría también un dolor sensible exquisito.
La perfección de la Unión es desaparición que es holocausto; la inmolación del Espíritu en la vida de la separatividad y del dolor.
Soy lo que soy, pero soy en las almas; en esa dualidad está el dolor divino y redentor que sólo acaba en la Eternidad.
Por el Voto Eterno de Unión se pierde definitivamente el ser como existencia separada, y se es, como participación simple, eterna y universal.
La unión con los que fueron y vendrán hace de la vida existencia eterna, presencia divina.
La unión con el Caballero Gran Maestre es unión a la Presencia de la Divina Madre por la Unión Substancial.
El Voto de Unión es holocausto porque es el sacrificio último; la no existencia desde el punto de vista personal, la ruptura del último velo de diferenciación.
El Voto de Unión es holocausto porque es unión con el dolor humano en su aspecto universal de limitación y oscuridad, como circunscripción de posibilidades relativas; pero al mismo tiempo de adquisición de posibilidades expansivas ilimitadas por reversibilidad, por presencia inmóvil en la esencia del dolor y la limitación.
La unión eterna con el Caballero Gran Maestre hace del Hijo expresión permanente de la Voluntad y del Verbo divinos e imagen perfecta de la Divina Madre.
Se hace imagen del Dios-hombre, del divino mediador; su vida humana es un acto eterno y continuo como sacrificio de carne y de sangre.
El dolor redentor, el dolor puro, no puede ser conocido por el hombre.
No es un sentir; es un ser, un vivir, una interpretación de fuerzas. No es una vivencia sino la vida misma del alma. Es el acto de suprema renuncia; no se renuncia a la limitación sino a la Eternidad, a la paz definitiva. Tiene que ser así. La perfección es un estado impersonal expansivo.
La Unión Divina es el éxtasis perfecto; volver a la vida sin perderlo y la expansión del mismo sobre los hombres y el mundo. No para hacer una dualidad, sino porque en Dios la dualidad no existe.
La Unión Divina es desaparición; sólo queda el testigo simple como testimonio de Dios sobre la tierra.
Presto: La participación de holocausto está allí, frente al alma, como su propia vida, su destino, su ser. Sin embargo, permanece el gran misterio de la aquiescencia, de la libertad del alma.
El Holocausto, para ser tal, ha de ser un acto espontáneo del alma libre. No estrictamente como una ofrenda, sino como expresión de la última ofrenda: su individualidad, su libertad divina y soberana.
No hay libertad sino a través de la participación del alma en la vida, en la existencia plena de Hes y Ahehia: Él Es; Él no Es; Él es Uno; Él son Muchos. Es Holocausto a los ojos de la separatividad; vida para el Espíritu.
Voto: El Voto es el sello, el estigma divino sobre el alma transformada. La confirmación eterna; un acto contingente dentro del tiempo se hace simple y eterno. Es el nexo entre la Divina Madre y el alma: la alianza divina.
Eterno: El Hijo, por su renuncia, se hace inmortal: Él es, él fue, él será: en los Hijos, en las almas, en los mundos, en la Eternidad.
De Unión: Participación de presencia. Es testigo simple de Dios en cada alma y es, al mismo tiempo, holocausto vivo del amor y dolor en cada una de ellas, haciéndose uno con ellas para la Eternidad.
Con los 43 Hijos de la Tabla: Se establece el círculo magnético divino-humano. Divino a través de la Unión Substancial con la Divina Madre. Humano porque es plasmación de la Idea Simple en la carne, la sangre y el dolor del mundo de los hombres, holocausto de sangre.
Y con todos aquellos que fueron y vendrán: La participación humana se haced expansiva, remonta la separatividad, abarca todos los mundos, todos los estados de vida y conciencia, hasta hacerse una unidad simple y eterna, como Ired, como vida divina.
Recibid Hijos de Cafh mi bendición: El Ired se cierra: la Unión Divina es un éxtasis perfecto que se vuelca continuamente sobre las almas y el mundo.
El Voto Eterno es Voto de Holocausto porque es Voto de Participación substancial.
La Unión con el Caballero Gran Maestre es unión con la divinidad inmolándose eternamente en las almas; es la sangre divina unida a la sangre humana, liberándola a través de su dolor redentor.
El dolor redentor no es el dolor humano, sino el dolor divino haciéndose humano. La Divina Madre haciéndose carne y sangre en sus Hijos.
La expansión del alma, al hacerse no determinada, la transforma en presencia mística en todas las almas. Todas las almas viven así en el alma del Hijo, y él hace de su vida la vida de todas las almas. Se transforma así en imagen perfecta de la Divina Madre, no sólo por su Unión Substancial con Ella, sino como expresión perfecta de Ella, en el sentido de una vida hecha existencia universal.
Al hacerse uno con el Caballero Gran Maestre él se hace uno con la eternidad.
El Caballero Gran Maestre es uno y único, expresión del espíritu Divino que es la vida de Cafh. El Hijo se hace así el prototipo, el Hijo ideal, divino, perfecto, imagen de El Hijo, el divino Iniciado, el Redentor.
El voto de unión de sangre con los que fueron y serán es el lazo indisoluble de amor que lo hace corredentor por participación substancial con el Divino Iniciado.
Su voto de Unión con los 43 Hijos de la Tabla lo liga espiritualmente a la cohorte de seres divinos, que forman el círculo místico de ayuda y salvación para la Humanidad. Lo liga indisolublemente al destino divino y al padecimiento humano, como cadena eterna hecha con eslabones de amor y dolor, de sangre y espíritu.
La emisión de los Votos se presenta al alma como la culminación de todo un esfuerzo y conquista espiritual. El Voto de Holocausto no puede considerarse de esta manera. El Holocausto no puede ser una conquista, es algo que ya está en el alma.
El Voto no es más que la confirmación de lo que ya está en el alma. El Voto es para el Hijo el Sello Divino puesto sobre su inmolación humana y espiritual. Es lo irrevocable, lo definitivo, lo Eterno.
El camino de la Renuncia es de realizaciones objetivas, concretas. Si no, la Renuncia sería otra abstracción más. Se renuncia a los bienes posesivos, pero los bienes espirituales hay que poseerlos, para poder darlos.