Curso XVII - Enseñanza 3: El Estado de Recogimiento
Al hablar de recogimiento, no se quiere significar ese estado sensible que goza el alma en algún tipo de oración sin distracciones.
Tampoco el ensimismamiento natural producido por actividades que requieren alguna atención, ni la concentración más o menos intensa en las obligaciones diarias. El recogimiento no tiene nada que ver con el propio de los estados de oración, si bien éstos siempre predisponen al mismo. El recogimiento no puede ser característico de un estado, es el estado mismo. Los llamados estados de recogimiento no son más que manifestaciones más o menos durables, producidas por la persistencia de cierto tipo de oración y de vida. El recogimiento como estado es la expresión visible de la Renuncia y se produce por el movimiento inverso del alma. Movimiento inverso no sólo respecto a la tendencia de atracción hacia lo mundano, sino inverso a todo sentido determinado.
Movimiento inverso no es movimiento en sentido opuesto, sino movimiento sin sentido aparente, lo negativo como estado espiritual. Por eso el recogimiento es permanencia, por su característica de no determinado.
Lo determinado siempre está dentro de los pares de opuestos, dentro del ritmo cíclico. Lo no determinado es verdadero estado como fijación independiente del tiempo, del sentido de dimensión y orientación. “Profundidad” sería la idea más adecuada para el mismo.
Los estados habituales de recogimiento se desenvuelven todos dentro de otra dimensión, es decir, en una dimensión. Tienen orientación, entonces tienen también principio y fin; por lo mismo dejan de ser recogimiento.
Recogimiento es el movimiento interno del alma, que es Renuncia.
Todo esto parece estar desconectado de la realidad que necesita de estados, actos y estímulos que orienten a recogimientos, pero no es así.
El recogimiento como estado no niega los distintos estados de recogimiento desde el momento en que, siendo estado no puede tener una posición. Todo es válido y necesario, pero es preciso conocer cuál es el espíritu de la Renuncia, para no perder insensiblemente la esencia de la vida del Hijo. El recogimiento es la prenda de amor de la Divina Madre para todos los Hijos, porque es prenda de la Renuncia del Hijo.
El grado de recogimiento es la señal que primero ha de buscarse, para conocer el plano en que se desenvuelve la vida del alma.
Aún las obras y acciones más maravillosas no adquieren por eso un nivel trascendente de existencia; lo único que da a una obra el carácter divino es el nivel espiritual de la vida interior de las almas que la realizan.
Mientras las almas se desenvuelven, piensan y viven dentro de la dualidad de pensamientos, aspiraciones, sufrimientos y problemas, su círculo está dentro del potencial mundano en lo espiritual.
Moverse dentro de ese círculo no tiene sentido para Cafh.
Cafh no tendría ningún valor real sin el sentido divino de su vida dado por lo trascendente de la Renuncia.
El concepto de lo trascendente como mera actitud de la mente no tiene sentido, porque sitúa en una falsa posición respecto de la realidad, pero sí lo tiene la ubicación interior trascendente, que pone a cada cosa en su lugar y al alma en el suyo: el corazón de la Divina Madre. La mirada espiritual del Hijo tiene que mirar siempre a lo más alto y, aún más, mantenerse allí por la fijación en el recogimiento.