Curso XVII - Enseñanza 14: La Oración Plena
No puede haber oración plena mientras quede en ella un resto de interés personal. Ese egoísmo, aunque sea espiritual, impide una expansión en un sentir universal.
El hombre no puede trascender sus pequeñas miserias, sino renunciando a esas miserias. Por eso cuando se propone enfocar un aspecto universal, una ley trascendente o un estado espiritual, no lo consigue. No puede hacerlo porque lo hace con un fin, para conseguir algo, una comprensión, una expansión personal. Ese interés, ese afán, ese egoísmo, le cierra la posibilidad del contacto con una esfera de conciencia más amplia porque circunscribe su elevación interior, a su radio, a su percepción, a su estado de conciencia. Por eso, aún cuando se hagan muchos actos de renuncia, no por eso se llega a una comprensión o alcance más allá de sí mismo.
Todo depende del móvil, de la idea que rige ese esfuerzo. Esa idea única debe ser la Renuncia real, no la Renuncia ideal.
Sólo se conoce cuando ya no se desea el conocimiento; se posee cuando nada se tiene.
La posesión sólo es posible por reversibilidad.
El desprendimiento, la ofrenda, el sacrificio, el acto contrario, contrario a la naturaleza humana, contrario a su estado de conciencia, contrario al instinto y al egoísmo animal, contrario al movimiento personal de la vida, destruye la cáscara, el círculo estrecho de un estado limitado para abrir el alma a su nuevo mundo, al universo, a la existencia.
La Renuncia es posesión por participación, es plenitud, es vida. Pero se alcanza por el sacrificio, el dolor y el absoluto dominio de la naturaleza animal del hombre.
No puede haber oración plena si la vida no es una unidad, si no se vive lo que se dice.
La Renuncia no adquiere sentido por las explicaciones o el brillo oratorio, sino por la autoridad que da la posesión de la Renuncia. Las palabras suenan a hueco, a retórica, si no están cargadas por la fuerza de la fe viva del alma que sólo se obtiene con el sacrificio continuo, la oración, la ofrenda, el holocausto.
La oración no puede ser plena si no se expresa en la vida exterior.
Se es como todos los hombres del mundo, pero no se puede ser igual a ellos.
La Renuncia pone un sello en el alma, que se ve, se siente, se toca, tan real es.
Si ha renunciado a todo esa actitud tiene necesariamente que expresarse en la relación con la vida, los seres y las cosas.
La realización no es una palabra, es un hecho vivo, concreto, evidente y se refleja en hechos vivos, concretos, evidentes.