Curso XVII - Enseñanza 12: Testigo Simple

La oración no puede ser plena y total si todo el ser no está puesto en ella. Al decir todo el ser no se significa la vehemencia del vuelo sensible, sino el ser en su totalidad.
Como las almas no son una unidad hay en ellas deseos encontrados. Estos deseos encontrados hacen que no sea empleado todo su ser en una sola idea, sino son fuerzas opuestas y dispersas.
No basta toda la buena intención puesta en la oración; esta intención debe hacerse actuar permanentemente, para encausar todas las fuerzas hacia la idea Única.
Después de un tiempo en el camino espiritual el Hijo debe ser exponente de la Doctrina. Si no, es un estorbo.
El Hijo debe ser testimonio vivo de la Renuncia y no lo lograría si no es testimonio de fe.
No basta creer; hay que ser lo que se cree.
Además de la acción mística sobrenatural de las almas consagradas, el mundo necesita de un ejemplo vivo de hombres y mujeres que han hecho carne su Doctrina.
Es imposible que pueda plasmarse en el mundo la idea fundamental de la Renuncia, si no encarna primero en quienes deben predicarla.
El Hijo debe ser testimonio vivo de su idea; ejemplo simple, presente ante el mundo como imagen siempre permanente de la perfección.
Los Hijos deben ser la Renuncia hecha carne, hecha sangre, hecha vida. La hora apremia, son muy pocos y la obra es inmensa.
Tienen el mundo en sus manos; sus objetivos son universales y extraordinarios. No pueden dilapidar una gota de energía, un instante, un pensamiento, nada.
Todo debe estar centrado en la idea Única de la Renuncia.
Los Hijos son pocos. Aquellos que no están dispuestos a la entrega total y absoluta no pueden durar. La Divina Madre lo quiere todo o nada. No importa que sean muy buenos; no los quiere. Entonces deben unirse muy fuertemente para constituir una fuerza poderosa e invencible en su ofrenda. Y para lograrlo deben ser totales.
Para ser testimonio de fe hay que quemarse en esa fe absoluta que es Renuncia y muerte. Sólo a través de la desaparición espiritual se es testigo simple de la Idea Divina.
De nada vale hablar de un misterio tan divino como éste, si no se está dispuesto a entregar la vida en la muerte de una Renuncia continuada e inalterable. Ser Testigo Simple es haber desaparecido a través de la Unión Substancial con la Divina Madre.
El Hijo queda inmóvil en su centro divino y allí permanece como testimonio de Presencia. Él es, simplemente.
No es necesario oír la prédica del Buda; basta mirarlo.
Así el Hijo, como presencia inmóvil en su centro divino, en su Idea Única, en su Renuncia, es prédica y acción, unión y redención, acto y potencia, amor y dolor, vida y muerte; Él es.
La oración es el medio para realizar a Dios; pero debe ser plena, total, integral.
La oración no puede ser plena si no abarca a todo el ser. No sólo su mente y su corazón; su cuerpo, su vida, sus posibilidades; su pasado y su futuro; toda su existencia debe estar allí presente para ser quemada totalmente en el fuego divino de la Renuncia.
La Unión Substancial es eso; cuando todo el ser, cuerpo, mente y espíritu, se fija permanentemente en el punto simple y eterno que es la Divina Madre.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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