Curso XV - Enseñanza 1: La Meditación Afectiva y su Finalidad

El trabajo espiritual en el alma se realiza principalmente mediante la educación de la sensibilidad.
No es tanto la adquisición de conocimientos ni el acrecentamiento de las potencias mentales lo que interesa en las primeras etapas del proceso espiritual, sino la transformación interna.
Dicho en otros términos: cambiar el hombre viejo por el hombre espiritual no es variar su mundo conceptual tan sólo, sino principalmente su sensibilidad, sus afectos, sus hábitos.
De allí que el trabajo incida más sobre los sentidos y el ámbito de su influencia que sobre la mente y la variada gama de sus posibilidades y reacciones.
Vida espiritual es por ello sinónimo de ejercitación continuada para cambiar la naturaleza del individuo, su primitivismo, inclinaciones, deseos y pasiones, por otra, adecuada a la formación de un ideal, a la realización de un estado superior de vida, al logro de una plenitud.
Esta ejercitación ha de incidir, en consecuencia, sobre lo que genéricamente se llama sensibilidad.
Los conocimientos que paralelamente se imparten han de servir para ampliar el horizonte y hacer cada vez más claros los contornos del mundo ideal hacia el que el discípulo se encamina.
Estas notas tienden a explicar cómo es posible mediante la apuntada ejercitación lograr en términos generales tal transformación. Las variaciones son tantas como almas existen, pero en el aspecto general tales ejercicios deben producir y han producido siempre los efectos apuntados.
Son muchos los ejercicios que a través de las edades se han prescripto para lograr la espiritualización del hombre. De aquellos que más directamente inciden y son apropiados para la transformación natural de la sensibilidad, el más importante es la Meditación.
Se tratará aquí de la meditación llamada afectiva por ser ésta la más apropiada para los primeros años de trabajo espiritual, y porque todas las potencias del alma son movilizadas para su realización.
La inteligencia esboza los cuadros y pone en juego la capacidad del meditante para hacer un ejercicio técnicamente perfecto.
La voluntad mantiene al meditante en el trabajo que realiza y estimula sus esfuerzos para no caer en el abandono, la distracción y la divagación. Ella mide los pasos e impone vigor a los propósitos.
La memoria hace que el meditante pueda extraer de su mundo subconsciente y traer a la superficie de su mente vivencias de antaño, para purificar la sensibilidad apegada a esas vivencias o, mejor dicho, para quitar todo afecto relacionado con lo vivido y hacer de ello pura experiencia resumida, aprendida.
Es claro que esto no excluye el juego de las potencias del alma en otros tipos de meditaciones, pero en la afectiva tienen su perfecta aplicación.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

Relacionado