Curso VIII - Enseñanza 4: Del Caballero Gran Maestre
Una es Cafh y una la cabeza que la dirige, y de esta autoridad única y suprema está investido el Caballero Gran Maestre.
La Gran Obra requiere que las diferentes obras espirituales que se realizan a favor de las almas estén representadas, en su conjunto, no por una mente desordenada, o por individuos y esfuerzos bien intencionados pero sin cohesión, sino por una expresión única de su labor, de su ideal, y de su voluntad de hacer el bien. Esta expresión del trabajo de la Sagrada Orden, de participación en la Gran Obra, se encauza a través del Caballero Gran Maestre.
La Gran Corriente, que es la energía puesta al servicio de la Gran Obra, se distribuye en el mundo a través de canales determinados, de modo de no gastar energías inútilmente y de facilitar, por el contrario, una adecuada aplicación de la misma.
Al participar Cafh de la Gran Obra, la Gran Corriente llega y es fijada en la misma a través del Caballero Gran Maestre. Él la distribuye en las diferentes Tablas, por medio de cuyos Superiores llega a los Hijos.
Pero la participación eficiente en la Gran Obra y la conservación debida de la Gran Corriente requieren peculiares condiciones personales e intrínsecas: vida ordenada, pureza de intenciones, santidad personal. Por ello es que una de las funciones privativas y primordiales del Caballero Gran Maestre es hacer vida retirada y de oración. Sólo así puede constituirse en un perfecto receptor y conservador de la Gran Corriente y en un medio puro e impersonal para su distribución.
Además, la Unión Substancial con la Divina Madre, que ha de propugnar y enseñar a los Hijos, requiere de su parte esta vida de abstracción y absoluto recogimiento.
El Hijo de Cafh ha de forjar en su alma una veneración hacia esas superiores funciones espirituales del Caballero Gran Maestre y ha de hacer que su vida en la Sagrada Orden jamás las perturbe y, antes bien, las facilite.
El Caballero Gran Maestre, además de los atributos que son propios de su carácter de Caballero, posee la Cruz, símbolo de su sacrificio humano y magnética concreción de fuerzas divinas; usa el Sello, símbolo de su suprema autoridad que rubrica con caracteres humanos las divinas disposiciones; usa también la cadena de Oro, la unión de cuyos eslabones simboliza la etérea unión de su sangre sacerdotal y caballeresca, con la de los Superiores que lo secundan, Sacerdotes y Caballeros a su vez. La Cinta Roja, característica de su cargo, significa la unión de su sangre etérea con la de todos los Hijos.
Además de la participación de la integridad de la Gran Obra, del poder de la Gran Corriente y de la Unión Substancial con la Divina Madre, que le son privativas en virtud de su cargo -pues tan sólo Él puede transmitirlas proporcionalmente a los Hijos y a las Tablas-, el Caballero Gran Maestre dirige, por intermedio de los Superiores, a todas las Tablas, Grupos e Hijos que integran la Sagrada Orden.
Atiende las súplicas que le hacen los Hijos, por intermedio de los Superiores o privadamente por escrito; vela para que los Superiores den estricto cumplimiento al Reglamento cuyos alcances fija, y porque le informen por escrito o verbalmente, con respecto al estado y desenvolvimiento de las Tablas e Hijos.