Curso VII - Enseñanza 8: El Silencio de los Silencios

El Hombre que vive en la agitación y el torbellino del mundo sólo puede depositar en su alma las manifestaciones de un amor incompleto e imperfecto.
La realización del verdadero amor exige canalizarse a través del silencio.
El silencio es el primer valor negativo que asienta la vida espiritual del Hijo, ya que produce el ambiente necesario para el descubrimiento del centro íntimo donde se cristaliza el Amor Real.
Sólo iniciando un movimiento de vacío, negativo, que desmorona la continuidad de los valores sistemáticos, afirmativos y positivos exteriores se regresa a la Divina Madre. Se crea así el círculo magnético del silencio que protege el centro íntimo depositario de la raíz del Amor.
Calle pues el Hijo para que por el Silencio adquiera la primera negación de sí mismo, y dé testimonio, por esta renuncia, del primer amor verdadero.
Para lograrlo determine a su alma a convivir con un diálogo que no será el del vocerío cotidiano, sino el diálogo del silencio. Aquél no puede decirlo todo, precisamente porque siempre limita lo que expresa.
Las palabras desintegran el valor del amor unitivo deshaciéndolo en sistemáticos valores que se destruyen a sí mismos.
Sólo el silencio puede decirlo todo porque ha renunciado a decir.
El Silencio abre al alma la puerta de la morada interior. Es la actitud fundamental con que el Hijo se entrega al amor divino prometido.
El Silencio, actitud de abandono en Dios, es fortaleza salvadora; descubre la tierra en que el Hijo podrá morar, sin ser inexorablemente arrastrado y contagiado por las ansiedades y malestares de los seres que viven sin existencia real.
El Silencio es simplemente vacío en el que nada tiene prisa ni importancia, y todo se detiene. Sólo por amor y entrega puede ser logrado el silencio interior que llena el alma por perfecto vacío del cual surgirá la vibración por la que claman las almas.
El Hijo así adquiere una vida activa digna de su ofrenda. Por el silencio interior se integra, enlazando por amor, el cielo y la tierra. La vida humana recién entonces adquiere valores divinos por su participación, salvación y expansión.
Participar a la comprensión y ayuda antes de ser partícipe de ellas. Ser silencio antes de ser voz, fuego antes de ser llama, aligerar la convivencia humana antes de ser carga.
Salvar, porque al adherirse por el silencio a la verdad divina, se adquiere el don de ser receptor de la voz de los Santos Maestros, posibilitando la obra de salvación a los hombres de nuestros días.
Expandir lo divino conquistado por el silencio y hacer real los valores del voto y la egoencia que se ha logrado. Así el alma despierta la fuente primera del amor, que como potencia vibratoria permite la activa comunicación con otros seres.
El Hijo que conquista su silencio adquiere una nueva modalidad de vida. Sabe callar y lo practica con nuevas y renovadas virtudes. Calla de sí mismo y es humilde. Calla los defectos ajenos y es caritativo. Calla las palabras inútiles y es moderno penitente. Calla a tiempo y se hace prudente. Calla el dolor y es héroe.
El Silencio perfecto, Silencio de los Silencios, es vacío perfecto interior y se refleja en el amor humano transformado por el amor divino.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

Relacionado