Curso VII - Enseñanza 1: La Renuncia y las Renuncias

La Renuncia es una, es Unión Substancial. Este grandioso fin, que el alma aspira encontrar como meta de sus esfuerzos es una cumbre que hay que escalar sólo simbólicamente, pues la Unión empieza a hacerse evidente en el alma desde el momento que su deseo de perfección le hace poner el pie en el Sendero. El Hijo, al hacer su primera ofrenda, al negarse algo de sí, al afirmarse como un valor contrario, se pone inmediatamente en contacto directo con la divinidad que mora esencialmente en el alma y surge por este contacto, tomando allí una posición expansiva.
Pero el alma que por los hábitos positivos está predispuesta a convertir todo valor anímico en un resultado, siempre le está dando forma a todas sus posibilidades. Por eso se dice que el alma sólo al fin del Sendero logrará la Unión.
Esto no niega la Unión inmediata, sino indica las etapas a recorrer para que esta Unión sea permanente.
La Renuncia es un estado permanente; en cambio las renuncias son el camino, las etapas de preparación para la Renuncia.
La Renuncia es sobrenatural, es Ser. Ser es un estado simple y oscuro; es desaparición en el centro del alma, es ser un alma en la Gran Alma.
La Renuncia es impersonalidad verdadera, es pérdida completa de la propia voluntad, es ausencia de todo deseo propio para permanecer en la Divina Voluntad.
La Renuncia es; cuando uno es lo es todo, es una potencia en sí. Por eso, renunciar a toda exterioridad no es no hacer nada, sino no poner voluntad personal en lo que se hace.
Lo que se hace no es de uno. Lo que importa no es qué es lo que se hace sino que el acto sea perfecto por la renuncia; entonces el acto es divino.
En cambio las renuncias son el camino, la preparación para la Renuncia.
Toda lucha, todo pensamiento, todo sentir del hombre, traduce siempre algo definido y concreto, lo determina más en lo que es. Aun cuando se le dé al individuo medios negativos de realización, él enseguida los transforma en elementos positivos de autoafirmación, poniendo así una línea infranqueable entre él y el valor que quiere alcanzar.
Es necesario no hacer de uno y de sus medios un valor contrario, sino invertir el sentido de la lucha y conquista del bien para que el estado interior negativo, al no incorporar algo a uno mismo, lo disgregue como compuesto.
La renuncia no puede ser sólo un camino místico o un medio ascético de realización; debe ser vivida, experimentada, conocida exhaustivamente para poder hacer de ella un estado integral liberador.
Para que no sea sólo un camino o un medio ascético, es preciso que adquiera el carácter de ciencia; y la ciencia de la renuncia comienza cuando su ascética se convierte en técnica, vale decir, cuando el ejercicio de la misma alcanza una perfección matemática.
No es necesario vencer una resistencia para renunciar, sino que se renuncia sistemáticamente. Esto hace del auto análisis un verdadero conocimiento objetivo y libera a la renuncia del marco personal para hacer de la misma un valor universal.
Sólo la perfección aplicativa de la técnica de la renuncia da por resultado la ciencia de la misma.
La técnica de la renuncia, al no constituirla en un valor positivo, hace de la misma un estado habitual dando como consecuencia una suma simplicidad interior.
Su obra mística es interior por excelencia y, a través de esa inmovilidad, de esa fijación interior, logra una trascendencia negativa, totalmente interior, esencialmente divina.
Esa obra, totalmente interior, tiene por eso mismo un alcance cósmico. Por eso el mensaje de renuncia es un mensaje de vida, la vida divina misma.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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