Curso VII - Enseñanza 2: La Primera Renuncia
El hombre vive inconscientemente centralizado sobre su yo personal.
La facultad de razonar, característica del hombre ario, crea en él la ilusión de un mundo mental propio que considera distinto del de los demás. Desde su más tierna edad se le orienta dentro de ciertos moldes mentales y a querer ser de un determinado modo, favoreciendo aún más su predisposición ancestral de limitación mental.
Tanto se habitúa a estas actitudes, a estas formas de pensar y sentir, que las considera inseparables de su yo y teme perderlas ya que ellas le otorgan una ilusoria independencia y seguridad.
La Renuncia es el medio para superar este estado parcial del ser.
Cafh da al Hijo los medios para iniciarse en la Renuncia.
El nombre que el ser lleva es la expresión modulada de su yo personal.
El aspirante, al pronunciar su nombre civil cuando emite su voto de ingreso a Cafh, fija y disuelve ese nombre en el Cuerpo Místico de Cafh, quedando purificado así en el fuego de esa alta vibración. Por fijación y disolución el Hijo, en el momento del ingreso, es potencialmente liberado.
El Hijo, por ese paso trascendental y sobrenatural de ofrenda, logra diferenciarse inmanentemente y en ciertos momentos de su individualidad. Se diferencia de su personalidad con la que antes estaba íntimamente identificado, y reconoce todas sus limitaciones y su incapacidad para conducir al alma hacia la perfección. En estos momentos se renuncia íntimamente al engaño de considerarse personalmente capaz de ser y de hacer, se entra en el sendero que conduce a su más sincera humildad, se inicia el sentido de la Renuncia como estado.
En este estado las imperfecciones del alma y su propia inferioridad se destacan, pudiendo ser reconocidas. También quedan perturbadas las acciones, pensamientos y sentimientos enfocados sobre el yo personal, dando lugar a estados más expansivos del alma.
Esta transformación interna del Hijo, producto de sus primeras renuncias, es absolutamente imprescindible para la correcta captación de la Enseñanza y de las palabras de su Superior.
En esta primera etapa de su vida espiritual el Hijo renuncia a los fuertes impulsos de su voluntad personal, y se deja conducir mansamente. Esta actitud lo pone en contacto con la Gran Corriente que le permite sortear con mayor facilidad los primeros escollos que se le presentan en el Sendero.
Así el Hijo recién ingresado, ingenuo y puro, hace sus primeras experiencias con la renuncia. Pero no por ello dejan de tener una gran trascendencia ya que estos primeros contactos con la renuncia pueden llevar al alma a vivir intensos estados de plenitud interior.