Curso III - Enseñanza 11: La Idealización en la Meditación
La idealización del yo produce una especie de desdoblamiento interior y se expresa a veces en los ejercicios que hacen los Hijos.
La necesidad real del alma no es algo que se elige arbitrariamente, sino la que surge irresistiblemente del interior.
Se observa en los ejercicios de meditación con cuanta facilidad se crea una personalidad espiritual ficticia. En los comienzos todo es un ansia de morir en la entrega, de confesar la imperfección, de aspirar a la virtud y la Renuncia. Pero, pasado aquel tiempo estimado suficiente para el logro de una posición espiritual, hay una defensa subconciente ante un aparente estancamiento que se muestra a través de una falsa posición.
Al contemplar la propia alma ya no se la ve como es, sino como se hubiera deseado que fuese. Los problemas son los creados por la mente y se sigue adelante a través de una imagen ficticia de sí mismo. Los verdaderos meollos interiores son nuevamente trasladados a capas más profundas y es así como luego es preciso otro nacimiento espiritual para dar un paso hacia adelante.
Cuando el ejercicio de la meditación es expresión de la verdadera necesidad del alma suele ser muy rico en estados sensibles y produce grandes vuelcos emotivos. Sin embargo, esto no es posible en la rutina del ejercicio ya que una vez puestos en evidencia los puntos álgidos interiores, volver a caer sensiblemente en ellos, continuamente, no sólo no es recomendable, sino imposible. Hay que ejercitar entonces una verdadera técnica de meditación.
Mientras las almas se mantienen en las etapas purgativas no pueden lograr una técnica impersonal en su meditación. Aún cuando alcancen la técnica perfecta en el desarrollo del ejercicio, al ejercicio en sí mismo no lo dominan como técnica, porque no alcanzan aún la impersonalidad frente al mismo.
En las etapas purgativas la vida espiritual es un movimiento entre pares de opuestos, trasposición de afectos, sublimación de pasiones y, especialmente, un ansia de medir el adelanto según evidencias sensibles.
Las malas tendencias son una especie de enemigos personales y las virtudes, bienes también personales a alcanzar.
El alma está demasiado prendida dentro de su propio desenvolvimiento, y su interés es demasiado suyo como para poder tener una visión suficientemente objetiva de sí y sus estados. Sus esfuerzos, más que una técnica, son vuelcos sensibles sobre sí misma y todo vuelco sensible sobre uno mismo crea una imagen ideal de sí mismo, verdadero obstáculo para la liberación interior. Esta imagen ideal suele fortalecerse tanto que forma la personalidad a través de la cual se expresa y conoce el ser. Esta imagen ideal debe ser desintegrada rápidamente, y esto se logra sólo con una gran sinceridad interior y profunda humildad, que es el único medio para alcanzar un conocimiento profundo de sí mismo.