Curso XII - Enseñanza 5: El Amor en los Votos

Lo que determina la vida espiritual del Hijo es el momento de su ingreso a Cafh.
En ese momento es necesario el examen retrospectivo para que el alma comprenda cómo, aun estando a ciegas, fue llevada por su destino al camino espiritual.
Cuanto más grande es la intervención divina en la vocación del Hijo tanto más es su aparente inactividad en la primera entrega.
Sentimientos desconocidos embargan al alma del Hijo al ponerse en contacto con el Camino y sólo sobresale un sentimiento confuso y obscuro de gran responsabilidad, y la responsabilidad da el amor.
Sólo el amor cuenta. El amor es el principio y el fin del sendero.
El ingreso del Hijo a Cafh determina, entonces, todo el destino futuro del Hijo y su entrega confusa y obscura es, sin embargo, el nexo de toda responsabilidad y compromisos ulteriores que le serán dados.
Como nadie conoce a los predestinados para Cafh el afán de todos los Hijos ha de ser aquél de llamar a todas las almas al sendero espiritual. La única guía del Hijo para la conquista del alma es el amor, que ha de ser en él como un fuego que se proyecta sobre todas las almas y que se manifiesta con deseo inmenso de ver a todas las almas en el sendero de la Divina Madre.
Este deseo comunica al Hijo el don de una palabra viva para la conquista de las almas haciéndose un ejemplo vivo a los ojos de ellas y buscándolas continuamente.
El Voto de Silencio es la lógica consecuencia del amor del Hijo hacia la Divina Madre. El Hijo puesto en contacto con Cafh descubre el amor en la imagen de la Divina Madre, y aquél que ama sólo desea el objeto amado, y estrecha un lazo de intimidad y de silencio entre el alma y la divinidad.
El amor de la Divina Madre aleja al Hijo de todo. Cierra sus ojos porque sólo quiere ver la imagen querida. Lo hace callado, reservado, amante de la oración íntima, de la vida interior que es el tesoro del voto de silencio.
El Voto de Silencio no es entonces una imposición, sino una necesidad ascética mística del alma. El silencio acostumbrará al alma a ser casta, recatada, inmaterial, por amor a la Divina Madre y, sobre todo, le dará capacidad para escuchar la voz divina, para recibir las enseñanzas interiores y directas que no puede pronunciar ninguna voz humana.
El amor a los Votos es fuerte como la muerte. Por eso el Voto de Fidelidad es una necesidad del alma consagrada. El hombre cambia continuamente y nunca puede permanecer en una misma actitud. Ningún acto humano es constante. Sólo el amor a la Divina Madre puede dar al alma fidelidad, hacerla digna del Voto de Fidelidad. Sólo la fidelidad divina es digna de ese nombre y lo hace fiel hasta la muerte.
El amor humano por la fidelidad se hace divino. El amor fiel es íntegro, total, sin reservas.
El amor fiel hace al Hijo observante, cumplidor, atento. Él es una manifestación de su voto de fidelidad. Él es la fidelidad.
El amor fiel hace al Hijo cuidadoso de sus sentimientos, vigila atentamente su interior y su modo de pensar.
El amor fiel hace al Hijo participante de la doctrina fundamental de Cafh. ¿Cómo podría un Hijo ser fiel a la Divina Madre si no participa de su modo de pensar?
El amor fiel es expresión íntegra de la doctrina de Cafh a la cual, por su espontánea adhesión, ha prometido fidelidad.
El Hijo ha sido llevado por la fidelidad al Voto de Obediencia.
El voto de Obediencia es esencialmente un acto de amor místico y espiritual.
El camino espiritual puede ser recorrido un trecho por el esfuerzo y la voluntad del Hijo, pero cuando llega a cierta altura en donde las rutas ya no son humanamente trazadas, es necesario entonces que el Hijo abandone su voluntad y se entregue en los brazos divinos. El alma no llegará a la meta sin un Maestro que le tienda la mano, que lo guíe en sus altos destinos.
La Divina Madre es la ruta final del Hijo. Es necesario echarse en sus brazos para llegar. Esta sumisión amorosa a la Divina Madre es ideal para el Voto de Obediencia, para su cumplimiento, para hacer al Hijo enteramente sumiso a sus Superiores.
El Hijo ha de ver en el Superior únicamente a la Divina Madre.
La obediencia prestada al Superior como hombre es un cautiverio. Mas la obediencia prestada al Superior como imagen de la Divina Madre es sumisión de amor, fuente de comprensión y de felicidad.
La obediencia humana es lenta, pesada, difícil. La obediencia divina es pronta, sincera, sin reservas.
La obediencia perfecta lleva al alma al Voto de Renuncia. El Voto de Renuncia es entrega de amor. El alma, como va descubriendo los tesoros del amor, necesita desechar todos los contrarios, no quiere que nada ni nadie la aparte de su bien.
El amor que se entrega totalmente es una expresión más allá de toda posibilidad mental y actúa sólo en las esferas sobrenaturales y divinas.
El renunciamiento sigue estas etapas místicas: Renuncia de gustos y placeres, renuncia de posesión, afinidades, consanguineidad y amistades, renuncia de vida. El Voto de Renuncia es amor sobrenatural.
Los Votos no son solamente un acto que hacen los Hijos aptos para Cafh, sino son sobre todo el modo y el resultado del amor, y no hay otro medio para lograr el amor sobrenatural sino el de los Votos que son el medio de vivir, sentir y expresar la vida divina.
Los votos son el alimento vivo que unen permanentemente al Hijo a la Divina Madre.
Los Votos son el Camino. Los Votos son la misma Divina Madre.
El Hijo por sus votos logra un estado de amor permanente y unitivo con la Divina Madre.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

Relacionado