Curso XII - Enseñanza 11: El Superior como Director Espiritual

Los Hijos que empiezan el Camino Espiritual y no tienen un Director Espiritual determinado toman implícitamente a su Superior como Director Espiritual.
El Superior ha de observar los estados físicos del Hijo que le es confiado. Ha de formar seres perfectos y procurar que en el Hijo armonicen la vida física con la intelectual y la espiritual.
El alma quiere identificarse con la Divinidad, pero el cuerpo, ya que es el templo del espíritu, también ha de transformarse. El cuerpo no puede ser enemigo del espíritu, siempre en lucha y divergente, sino ha de ser un factor de estímulo y ayuda para la transmutación espiritual.
La imperfección de ciertas almas, la imposibilidad que manifiestan para realizar ciertas experiencias ascéticas, son muchas veces nada más que faltas de salud física.
El Superior como Director Espiritual ha de conocer las imperfecciones de la carne de sus Hijos, y ha de conocer también las manchas del alma. Ha de estudiar si éstas son anomalías congénitas, fruto de herencia, enfermedades orgánicas y como curarlas para que no sean un estorbo para el adelanto espiritual. No ha de atenerse únicamente a las enfermedades físicas, sino también a las enfermedades nerviosas y anímicas que son tan corrientes.
También el Superior las ha de estudiar atentamente, pues a veces estas enfermedades físicas o anímicas son un producto del desenvolvimiento místico del ser y tendrá que procurar que los Hijos las soporten con paciencia. Conocerá las unas y las otras por el fruto que dan en el alma, ya que la enfermedad kármica que ha de ser eliminada impide el adelanto espiritual, mientras que la enfermedad mística y dada por Dios para la santificación del alma, estimula y favorece la virtud.
Tampoco tendrán que ver los Superiores en las enfermedades de los Hijos, si no son muy graves, un impedimento para que ellos sigan en el camino espiritual.
La misión extraordinaria de los Superiores es especialmente ésta: llevar los Hijos, a pesar de todo, a la perfección.
Los defectos físicos muy graves han de ser muy considerados y analizados.
Para decirlo con claridad, la mayoría de los seres jóvenes tienen anomalías congénitas ya que actualmente, en la mayoría de los casos los que vienen al mundo pagan el tributo de una Humanidad inculta, que no tiene concepto real respecto de la santidad del matrimonio y de la concepción.
Después del casamiento las pasiones sexuales, en lugar de ser atenuadas, son avivadas por una falta de recta orientación. El matrimonio es una lucha constante de pasiones en vez de ser un altar de paz y respeto; es imposible que las bajas pasiones proporcionen cuerpos hermosos y equilibrados a los seres que vienen a morar en ellos.
Las pasiones sexuales se transmiten inconcientemente a los hijos y sus influencias quedan allí sedimentando en los años de adolescencia, transformándolos en un problema y en un complejo.
El Superior ha de ser sobre todo un observador atento. Ha de dejar que el Hijo hable y se confiese. A través de las palabras del Hijo encontrará la solución a sus problemas. Conseguir que el Hijo hable es aliviarlo en sus males y preocupaciones. Ha de procurar que el Hijo hable sobre su familia y, por las enfermedades de la misma, conocerá las enfermedades que podría padecer.
En muchos casos, antes de hacerse responsable de una vocación, también convendría un diagnóstico médico, sobre todo para aquellos Hijos que han demostrado tener una supersensibilidad nerviosa.
Desde luego el Superior no realiza en un día este proceso de observación que es fruto de un análisis constante.
Desconfíe él de aquellos que siempre tienen melancolía, pues esto indica que ellos necesitan más que una vocación espiritual un desahogo sentimental.
No admitan en los Hijos las ideas fijas ni persistentes, como cuando dicen que no pueden trabajar, que no pueden estudiar o que están inhibidos para realizar ciertos actos. Estos son males que si no se corrigen inmediatamente llevan a la ruina.
Pero el análisis constante del Superior sobre las almas puede transformar y hacer todas ellas aptas para la vida espiritual.
La vida espiritual estriba en la vida psíquica y ésta en la vida física, y el Superior que no atiende a la armonía del cuerpo y del alma de los Hijos nunca podrá lograr que sean seres perfectos.
Cuando los Hijos tienen un Director Espiritual determinado, el Superior tiene la obligación de ponerse en contacto con él para conocer el estado de ánimo del Hijo aun en términos generales, sin entrar en los detalles de confidencia, para poderlo orientar y encaminar hacia su verdadero camino de Realización Espiritual.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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