Cuando se emprende viaje, enseguida que parte el vehículo se dice la siguiente oración:
“In viam mandatorum tuorum ambulaveri, Domine”
“Procedamos in pace”
Sigamos a Dios
Caminemos en paz.
“Espíritus protectores, Santos Guardianes encomendados por Dios para guiarme en la senda de la Vida; Místicos Peregrinos de la Humanidad que conocéis los senderos más ocultos y apartados del mundo, tomadme bajo vuestra protección y sed mis guías en este camino, para que todos mis pasos sean rectos, justos y orientados hacia el triunfo del bien y para la gloria de Dios”.
Las larvas, los elementales y las entidades inferiores buscan pan, alimento vital, continuamente.
Por eso rodean los ambientes propicios, acechan a los hombres incautos que abren con facilidad sus potencias etéreas a impulsos de las pasiones bestiales.
Según una antigua tradición, los Santos Maestros desde los planos superiores diariamente dibujan en el horizonte el Sagrado Signo de la Bendición.
Todos los días, y en especiales ocasiones, el Maestro levanta su mano para hacer el místico signo que ha de llegar como lluvia benéfica sobre todos sus discípulos, y une la fuerzas de todos a las Fuerzas Cósmicas, y derrama su fuerza uniéndola a sus Hijos.
Las siguientes letanías, en las que se pronuncian los Nombres Sagrados, pueden ser cantadas individualmente; pero generalmente ello se realiza en conjunto, con la finalidad de trazar en el espacio y sobre la substancia etérea la imagen áurica de la Sagrada Reunión.
El Idioma Sagrado ha de haber sufrido, con el correr de los siglos, diversas y variadas transformaciones; y ha de haberse adaptado a las modalidades gramaticales y fonéticas de idiomas más modernos.