El filósofo deísta se pregunta: Si yo soy hijo de Dios, engendrado por Él, ¿por qué no he de poder ser Dios?
La mente humana, después de dedicarse a la especulación a que es tan afecta, se resiste a la idea final de que nunca será Dios, sino será, solamente, semejante a Dios.
La filosofía cristiana es una filosofía limitada.
El pensamiento del hombre tiene una apariencia limitada, pero cuando a través del ejercicio de su actividad potencial va ampliando sus horizontes, sus posibilidades se vuelven ilimitadas.
La mente del hombre es de un poder ilimitado pero únicamente puede llegar a su plenitud comprensiva y creadora mediante la unión con lo Infinito.
Por eso el fin correcto, único y verdadero de la mente, es el de buscar a Dios, la Eternidad.
Todo concepto andrológico es absurdo.
Si se apartara un hombre totalmente de los demás seres y del conocimiento de Dios, cosa absurda, porque el hombre, por su naturaleza intrínseca jamás puede ser separado de Dios, y quisiera conocerse por sus propios medios, tendría que valerse de él mismo, de su fuero interno, para conocerse.
La Rásica es el cuerpo psíquico de la Filosofía.
La Historia en sí no es sino un derivado de esta Filosofía.
La verdadera Historia no es aquella que sólo registra los hechos externa y cronológicamente, sino la que coordina esos hechos, dándoles vida, pensamiento y expresión.
El estudio de la Filosofía es como el lago de la montaña que vierte su agua por diversos arroyuelos.
Desde las altas cumbres, donde el pensamiento es uno, los estudiantes analizan la Idea Única, dividiendo así los conceptos en diversas expresiones que se transforman a su vez en distintas filosofías.