El hombre sufre durante el transcurso de su vida varias enfermedades en su organismo, agravadas por complejos mentales de toda índole que repercuten sobre la faz psíquica y quiebran los nervios.
El alma habituada al bullicio sin control de la mente tiene suma dificultad en acostumbrarse a la oración.
Ella llega a creer a veces, que este ejercicio es algo incompatible con sus actitudes y que nunca logrará efectuarlo debidamente, proporcionándole grandes decepciones y abatimiento.
Aquél que desea tomar la vida espiritual no lo logrará si su mente no cambia su actitud frente a los conocimientos de la vida, frente a la relación de él con todos los demás individuos y sus creencias.
Muchos nobles seres trabajan en el mundo por el bien de la Humanidad. Son soldados de Dios que salen al campo de batalla y que no descansan ni dejan de pelear hasta que logran la victoria.
Es indispensable que el alma se conozca a sí misma, que conozca a su personalidad íntima y real. Enseguida que ella se pone en contacto con su potencialidad íntima todas las cosas exteriores pierden su capital importancia y sólo tienen valor los problemas fundamentales.
Todos los seres humanos son llamados a una vocación espiritual que se manifestará en un determinado momento, ya que la finalidad de todo hombre es Dios en un sentido positivo o negativo.