La Contemplación puede ser Tenebrosa o Iluminativa. En realidad estas divisiones son arbitrarias porque no se pueden determinar exactamente estos dos estados. El alma, más bien, se va haciendo más contemplativa y queda absorbida por este santo ejercicio por un tiempo cada vez mayor.
Cuando el Divino Maestro envuelve el alma con su mirada de amor, ésta despierta de su letargo y abre los ojos deslumbrados por la mirada divina.
Mas, cuando el primer entusiasmo se aquieta y se estabiliza, descubre que aún está muy lejos del ideal soñado.