La libertad y la justicia no están al alcance del hombre encarnado. Para alcanzarlas tiene que remontarse hasta las más elevadas dimensiones de la realidad, sea por el esfuerzo ascético místico o por evolución natural encarnando repetidas veces durante millones de años junto a la Humanidad, haciendo todas las experiencias, conociendo el bien y el mal, los sufrimientos, la más profunda desolación.
Vivimos en el par de opuestos: día y noche, frío y calor, ricos y pobres, comunistas y capitalistas, hombre y mujer, hijos y padres, la guerra y la paz y en esta vorágine de hojas muertas volando furiosamente en las tormentas de la civilización moderna el hombre solitario busca un refugio.
Para Héctor Morel
El globo gira con lo que contiene: París, los océanos, la guerra de Afganistán, los bosques, las tormentas de nieve en Boston, los hombres y los animales, la Aldea de los Niños, los esplendores de China, etc.
Al final de su vida, Kurosawa hizo una hermosa película con secuencias sencillas, fáciles de comprender, “Sueños”, que en cinco o seis capítulos relata algunas de las tradiciones del pueblo japonés que han perdurado a través de los siglos.
“Mi alma está atada eternamente a todas las almas. Así como Dios está preso en la creación, así mi alma está presa por el amor a todas las almas. Ellas son mi vida; ellas son yo mismo”.