Todas las virtudes hasta ahora enumeradas son indispensables; pero, para que tengan una vida eficiente, han de estar basadas sobre los fuertes pilares de la Perseverancia.
Cuenta una leyenda que Dios mandó un Ángel a la Tierra para que bautizara con un nombre a cada una de las especies de flores.
El Hijo basa sus estados místicos a realizar sobre la fe, por eso la fe es el soporte de la vida espiritual.
El destino ha puesto frente al alma un ideal espiritual y éste es real, pero desconocido, y el alma lo abraza a ciegas y se adhiere a él con todas sus fuerzas, siempre en un acto puro de fe.
Cuando la mente humana, remontando el vuelo a las altas regiones de la formación universal, apunta sus focos de concentración en el primer Pensamiento Divino, que creó o del cual surgió el Universo, se pierde en el pavoroso abismo de lo indescriptible, se desorienta a las puertas de las inconmensurables aguas de la Eternidad.