Con tolerable aproximación podemos representar el pensamiento como el fluir de una corriente de agua que continuamente baja de desconocidas montañas (lo instintivo, lo racional), se plasma en el curso de antemano trazado, para desembocar finalmente en la inmensidad del mar de la materia.
La memoria es el recuerdo vago o claro de las cosas pasadas, es la fijación mental de las cosas presentes y es la imaginación evidente del futuro.
Estos tres tiempos de la memoria son indispensables para que ella pueda, con propiedad, ser llamada así.
El alma logra la suprema realización por etapas.
Estas no están señaladas por factores externos, sino determinadas por transformaciones íntimas y profundas que marcan el adelanto de los Hijos.
Sin embargo, Cafh divide a sus Hijos en diversas Categorías y Grupos, procurando armonizar y adaptar la transformación exterior y visible con los progresos internos.
Hay una hermosa leyenda tibetana que cuenta la historia del vencimiento del sueño.
Hubo una vez un asceta de gran virtud y santidad que llegó a dominar todas sus mentes, todos sus sentidos y todas sus facultades, pero su deseo era permanecer siempre unido con su mente a Dios.
El Superior no podrá desarrollar una verdadera labor espiritual en el alma del Hijo si no conoce las aspiraciones íntimas del mismo.
Desde el principio él ha de saber cuáles son los pensamientos íntimos y los sentimientos secretos del alma.