El cuerpo astral forma unos vórtices protectores que rodean el cuerpo físico y se concentran especialmente en el plexo esplénico. Estos vórtices limitan al ser humano; no permiten que éste salga fuera del círculo trazado para el mantenimiento de la personalidad y únicamente dejan penetrar en el sistema del hombre aquellas fuerzas que son indispensables para el mantenimiento del ser, su amplificación mental y su desarrollo espiritual.