El corazón y los pulmones corresponden a la Rueda Cardíaca.
El corazón, que es el órgano principal del aparato circulatorio y que desempeña el papel de una bomba aspirante e impelente, tiene centros secundarios importantísimos.
La región laríngea corresponde a la Rueda Laríngea. Tiene una gran cantidad de centros secundarios que sería difícil enumerar, pero pueden conocerse los de mayor valor.
Las cuerdas vocales superiores tienen cuatro centros: dos de éstos intervienen en el funcionamiento de la epiglotis, para abrirla y cerrarla correctamente.
Todos los núcleos de la base del cerebro, la protuberancia, los pedúnculos cerebrales y el cerebelo con sus pedúnculos, corresponden a la Rueda Visual.
El cerebro, con su substancia blanca y gris cortical, corresponde a la Rueda Coronaria.
Las extremidades superiores tienen muchos centros secundarios.
La mano tiene 16 centros secundarios importantes.
El primero de estos está ubicado en el centro de la palma y dirige el sentido del tacto en general, siendo el depósito o centro astral del aire.
El fondo de ojo tiene, en las enseñanzas esotéricas, una gran significación. Recibe, por medio de las vibraciones atómicas físicas ya estudiadas, desde el interior del organismo, vibraciones potenciales negativas, que reflejan el estado vital del mismo.
Los riñones están encargados de segregar y excretar la orina.
En este trabajo hay que considerar como muy importante la rítmica labor de los mismos.
En ciertas personas este ritmo está alterado y, a menudo, no funciona sino uno de ellos, a pesar de estar ambos aparentemente sanos.
Para mantener sano el organismo y curar las enfermedades cuando se ha perdido el equilibrio vital del mismo, es indispensable restablecer la armonía entre los distintos grupos atómicos.
Esta armonía debe existir siempre, según el antiguo dicho: “Medici tibi fiant haec tria: mens laeta, requies, moderata diaeta”.
El primer ejercicio aconsejable es aquél que sirve para acrecentar, en las enfermedades, la cantidad de átomos ponderables.
El ejercitante, sentado de espaldas al sol, con las piernas y los brazos cruzados, fija la vista a la altura del pecho de su sombra, imaginando estar circundado de un nimbo dorado; moverá entonces, pausada y alternativamente, manos y pies del mismo lado y procurará respirar, rítmica y pausadamente por ambas fosas nasales al mismo tiempo.
El aura astral es el reflejo del ser, espiritual, mental y material, proyectado en el mundo astral.
El aura se refleja en el séptimo plano del mundo astral en correlación con los anales akásicos que se reflejan en el séptimo plano del mundo mental.
El aura tiene un color genérico fundamental similar a los vitreaux de las catedrales, pero los colores, sin embargo, cambian continuamente sobre el horizonte del cuadro áurico.