Curso XXXVII - Enseñanza 9: Corazón y Pulmones
El corazón y los pulmones corresponden a la Rueda Cardíaca.
El corazón, que es el órgano principal del aparato circulatorio y que desempeña el papel de una bomba aspirante e impelente, tiene centros secundarios importantísimos.
Tiene un centro que dirige a los 49 centros negativos que gobiernan los vasos sanguíneos.
El corazón tiene, además, otros centros secundarios diseminados en el pericardio, que dirigen todas las emociones de naturaleza instintiva y mental, cuando el pensamiento se transforma en emoción, o viceversa.
Cuando el pensamiento se transforma en emoción, estos centros, individual o colectivamente, hacen vibrar a un centro que se halla en el orificio aórtico; consecutivamente se eleva la presión sanguínea debido, primeramente, al influjo nervioso y luego al hormonal.
Cuando una emoción se transforma en pensamiento, estos centros hacen vibrar a otro que se halla en el orificio de la arteria pulmonar, repercutiendo sobre el ritmo respiratorio y la oxigenación de la sangre; entonces baja la presión.
Cuando el ser recibe o trasmite emociones de carácter astral, éstas repercuten en los 34 centros secundarios localizados en el orificio mitral.
El corazón tiene 16 centros secundarios, distribuidos en número de cuatro en cada una de sus cavidades.
Los cuatro centros de la aurícula derecha son los purificadores de la sangre; segregan unas hormonas características que dan a la sangre que por allí pasa una sutileza, luminosidad y pureza peculiares, como resultado de la purificación.
Las hormonas que segregan estos cuatro centros son de una substancia etérea materializada de naturaleza mineral simple; uno de estos minerales es un isótopo del potasio; otro, del calcio; otro, del radium y otro del magnesio.
El ventrículo derecho tiene cuatro centros que dan a la sangre otras características, por enriquecimiento, con substancias hormonales formadas por sodio en combinación con proteínas e hidratos de carbono.
Sin esta purificación y sin este enriquecimiento no podría producirse la oxigenación pulmonar ni el desprendimiento del anhídrido carbónico en los pulmones.
La aurícula izquierda tiene cuatro centros, los cuales se encargan de dar a la sangre su característica particular de sangre cardíaca.
Los cuatro centros del ventrículo izquierdo dan término a esta transformación, que hace a esta sangre diferente de la que circula por el resto del organismo.
Los pulmones tienen infinidad de centros secundarios que intervienen en la oxigenación y en el intercambio de gases.
Cinco son los importantes: tres en el pulmón derecho y dos en el izquierdo.
Los tres centros del pulmón derecho atraen, respectivamente el inferior, átomos del aire etéreo; el medio, átomos del aire astral y el superior, átomos del aire cósmico que se halla por encima de la estratósfera.
Por estos tres centros el hombre se pone en contacto con las emanaciones materiales del Universo. El mal funcionamiento del centro inferior derecho produce el asma.
En los animales, no funciona sino el centro inferior; en el hombre, el centro superior funciona mejor cuando está en regiones elevadas.
Los dos centros del pulmón izquierdo se relacionan con el aire interno del organismo. El superior mantiene al aire disuelto en los humores, impidiendo así, trastornos físicos y el inferior impide la penetración de átomos pesados de los tóxicos aéreos producidos en el interior de la Tierra.
El pulmón derecho tiene una función más evolucionada y es más fuerte para resistir las enfermedades pulmonares.
En los bronquios hay también centros secundarios destinados a impedir la penetración de organismos patógenos, mediante la transformación de las toxinas que éstos aportan.