Curso XXXVII - Enseñanza 8: El Abdomen

El abdomen es una región del tronco interpuesta entre el tórax y la cavidad pelviana.
Superficialmente, el abdomen se divide en seis partes:

  1. El epigastrio.
  2. El mesogastrio.
  3. El hipogastrio.
  4. Los hipocondrios, derecho e izquierdo.
  5. Los flancos, derecho e izquierdo.
  6. Las fosas ilíacas, derecha e izquierda.
    En el epigastrio se hallan: el estómago, el páncreas, el duodeno y el plexo solar, formado éste por dos ganglios semilunares y ganglios menores.
    Esta región corresponde al Éter Cósmico de la Rueda Solar y tiene pequeños centros secundarios de gran importancia diseminados en ella.
    Además, el epigastrio contiene el hígado y vías biliares, que están sometidos a la influencia de la Rueda Esplénica.
    En el páncreas están los centros del magnetismo personal.
    En la cabeza del mismo está el centro negativo de ese magnetismo; la ira, la fogosidad, hacen gastar energías de este centro y el ser pierde magnetismo rápidamente. En la cola está el centro positivo; el movimiento de este centro acrece la fuerza física, psíquica y moral del ser. Y en el cuerpo del páncreas está el centro regulador del magnetismo; el uso desmedido de los dos centros extremos acarrea la enfermedad y la muerte.
    Si se produce un exceso de ira, el centro negativo del páncreas excreta substancias que actúan por vía hormonal sobre el riñón, dando toxinas, lo que produce un aumento concomitante de urea. En cambio, el excesivo trabajo del centro positivo, lo cual sucede por la soberbia y el orgullo, origina la diabetes pancreática, por acción de este centro sobre todo el páncreas.
    El estómago tiene, distribuidos en la mucosa, 72 centros secundarios, cada uno de los cuales tiene una propiedad característica en la segregación del jugo gástrico. Este no siempre es igual en su constitución, sino varía según los alimentos ingeridos.
    Muchos de estos centros no entran en actividad, con el consiguiente daño para el organismo.
    Para mover estos centros, nada mejor que comer sin gula, ingiriendo diversidad de alimentos, en pequeña cantidad de cada uno.
    Muchos centros no trabajan porque el hombre ha eliminado de su dieta, casi por completo, los alimentos duros.
    El duodeno posee tres centros secundarios: uno en el bulbo o entrada; otro en la porción media y el tercero en el extremo distal.
    Las funciones características de estos centros consisten en mantener siempre libre de substancias el duodeno; cuando el del medio no funciona bien, se producen graves disturbios digestivos, por estancamiento de los alimentos en el mismo.
    Además, el alimento, si obstruye al duodeno, interrumpe la corriente magnética interna.
    El plexo solar tiene el poder máximo del Éter Cósmico de la correspondiente Rueda.
    El hígado tiene siete centros secundarios que corresponden al Éter Cósmico de la Rueda Esplénica, cuyas manifestaciones son muy poco conocidas.
    Uno de estos centros se halla en el lóbulo hepático derecho, que dirige la defensa contra los microorganismos que invaden el cuerpo, por cualquier vía que sea.
    Los microbios pueden ser llevados al hígado: vivos, muertos, muertos aunque con porciones generadoras vivas, desintegrados o reabsorbidos después de anterior desintegración.
    En todas estas condiciones, son desintegrados y con su material este lóbulo derecho forma alimentos y vacunas.
    Cuando esta porción hepática no funciona normalmente, los microbios invaden al organismo produciendo enfermedades infecciosas y, por su parte, el lóbulo derecho sufre una desordenada hipertrofia de sus células, lo que finalmente acarrea la muerte.
    Otro de los centros hepáticos secundarios se halla en el lóbulo izquierdo. Es como aduanero del organismo, pues dirige la absorción y el rechazo de las substancias digeridas. Este centro, en todos los seres, se halla alterado debido principalmente a la ingestión de alimentos conservados.
    El lóbulo de Spiegel tiene un centro característico de gran importancia, pues con su vibración da vida y fuerza continuamente a los lóbulos derecho e izquierdo, con el objeto de aliviar el abrumador trabajo de éstos. El Éter Esplénico que llega a este centro va impregnado de los restantes, no en forma combinada, sino separada, con cada una de sus respectivas características.
    El lóbulo cuadrado tiene otro centro. Recibe, también, las vibraciones etéricas separadas y refuerza la acción del lóbulo de Spiegel. La labor esencial de estos dos centros es la de vitalizar a los centros derecho e izquierdo para que puedan humanizar las substancias vegetales y animales incorporadas.
    El quinto centro está en el epiplón menor. La vibración de este centro refleja y transmite al cuerpo astral lo que ocurre en el cuerpo físico del hombre.
    El ligamento redondo tiene un centro, el sexto, que transmite vitalidad astral del hombre a la mujer en el momento de la unión sexual y de la mujer al feto durante todo el transcurso del embarazo. Simultáneamente vibra la vena esplénica.
    El séptimo centro se halla en la vía biliar; posee la vibración productora de la bilis.
    El mesogastrio y el hipogastrio contienen el intestino delgado.
    El intestino delgado tiene 72.000 centros secundarios. Cada uno de éstos produce un elemento químico diferente, parte de ellos destinados a asimilar los alimentos y los restantes para facilitar la excreción.
    También, hay grupos de ellos que, en estado de ayuno, extraen ciertos elementos de la sangre, los elaboran en el intestino para reincorporar en la corriente sanguínea parte de ellos, transformados en alimentos y excretar los excedentes.
    Estos centros corresponden al Éter Cósmico de la Rueda Solar.
    Los hipocondrios, derecho e izquierdo, contienen al hígado y vías biliares, el bazo, los riñones, las glándulas suprarrenales y cólones; corresponden al Éter Cósmico de la Rueda Esplénica.
    El bazo tiene un centro principal, de gran importancia, que regula toda entrada o salida de fuerzas astrales del organismo. Cuando en éste hay muchos átomos astrales, se contrae; cuando escasean, se dilata. Cuando se extirpa el bazo, el ser carece de control.
    Las glándulas suprarrenales poseen tres centros secundarios; el intermedio, el medular y el cortical.
    El centro del tejido intermedio interviene en la coloración de la piel; el hombre, haciendo funcionar de cierta manera este centro podría cambiar el color de su piel. Además, tiene importante función en el metabolismo proteico e hidrocarbonado.
    El centro medular, más profundo, interviene en la flexibilidad y blandura de la piel; este centro cesa tempranamente en su funcionamiento, volviéndose la piel rugosa y flexible.
    Esto es causado por el exceso de emociones en la vida, que hace que se vuelque demasiada adrenalina, allí producida, en la sangre y que no es quemada en la medida necesaria.
    También, esta región glandular interviene en la producción de andrógenos y estrógenos y, por su intermedio, en los caracteres sexuales secundarios; además, en medida importante, en el psiquismo.
    Esta función se halla supeditada al correcto desempeño de los centros energéticos de los conductos deferentes, en los hombres y en la mujer, de los ligamentos redondos, excepto la secreción suprarrenal que interviene en lo psíquico.
    El centro cortical produce mayor dureza o resistencia en la piel.
    Es, además, parte principal en el balance iónico, especialmente en la manutención de las proporciones de sodio, potasio, fósforo y calcio.
    Los flancos, derecho e izquierdo, contienen los cólones ascendentes y descendentes, respectivamente. El colon ascendente tiene siete centros de índole retentiva, que constituyen la última barrera antes de la expulsión de las materias fecales. Absorben preferentemente estos centros a los elementos minerales. Cada uno de estos centros absorbe substancias de uno de los grupos minerales.
    Cuando hay putrefacción intestinal, estos centros trabajan con dificultad, acarreando en consecuencia, un debilitamiento en las paredes intestinales, lo que favorece las infecciones parasitarias y bacterianas.
    El colon descendente tiene la facultad de expulsar las heces y, a tal efecto, posee siete centros.
    Las fosas ilíacas, derecha e izquierda, contienen: la primera el ciego, el apéndice y la parte principal del íleon; la segunda tiene el colon sigmodio.
    El ciego tiene tres centros secundarios: uno en la válvula ileocecal; otro, en el nacimiento del apéndice y el tercero, en el ciego propiamente dicho.
    Este último tiene la función de separar, analizar y formar compuestos propios con los elementos allí aislados, para absorberlos en su pared, donde se verifica una clasificación de lo nocivo y de lo aceptable para el organismo, expulsándose lo primero.
    El centro de la válvula íleocecal, llamado “el inversor”, ejecuta la función de llevar en corriente retrógrada al íleon las substancias aceptadas por el centro cecal; éstas tienen, entre otras, la misión de inmunizar al organismo contra las substancias tóxicas ingeridas o producidas en el tracto intestinal.
    El centro apendicular tiene la función de registrar y alarmar a los demás centros respecto de la presencia de las substancias nocivas llevadas al ciego.
    El sigmoideo tiene diversos centros secundarios, de carácter motriz, que sirven para la expulsión de las heces.
Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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