Curso XXXVII - Enseñanza 3: La Célula Viviente
El organismo, en su origen, presenta la forma celular.
Las células humanas, originariamente, no tienen una formación espontánea, sino evolutiva, desde la unión de átomos de materia sutil, hasta la formación de la célula corriente.
Para darse cuenta del proceso de la célula humana, desde la materia sutil hasta la densa, es necesario conocer la teoría del descenso de las mónadas, desde los Mundos Superiores hasta el Mundo Físico.
Cuando el ser muere se deshace de su cuerpo físico; éste se desintegra, pero conserva la célula originaria que le dio vida. Mas esta célula es seleccionada por la experiencia física de su última vida.
Mientras el ego se va deshaciendo del cuerpo etéreo, durante los primeros cuarenta días después del fallecimiento, esta célula se va transformando: de célula H se transforma en célula X. En los cuarenta días subsiguientes, esta última se transforma en célula X2.
Ya, la célula originaria X2 no puede estar unida íntimamente al ego; éste ha evolucionado hacia los Mundos Superiores y se une a la célula por una ligadura que es onda mental y, a su vez, está ligado por una onda magnética a los restos físicos.
Se advierte que las células H, X y X2 están formadas, respectivamente, por átomos de la misma denominación.
Cuando el ego tiene que descender al Mundo Físico, cuando llega la hora del descenso, mediante su onda mental la célula X2 va recibiendo mensajes, sacudidas, que transforman su ritmo habitual, X2, a un ritmo más denso.
Y cuando el ego, revestido del cuerpo astral que lo acompañará al Mundo Físico, forma el cuerpo etéreo que lo hará apto para vivir con cuerpo físico, la célula X2 se transforma en célula X.
La onda mental que une el ego y sus envolturas con la célula que le dará vida, es de poca extensión.
Un ejemplo: todas las células originarias X están en una misma vibración física cuando llega la hora de reencarnar; hay que imaginar que hay millones de ellas que corresponden a un ego determinado; si estas células no pueden transformarse durante el lapso de tiempo en que el ego se acerca a las envolturas, en célula H, sufre entonces un choque que lo repele y vuelve a transformarse en célula X2.
Pero si la onda física es adecuada, la célula X se transforma en célula H.
La célula H no puede formarse sin la contribución física.
Mientras se efectúa el acto sexual, en el momento que en los ovarios existen los elementos químicos para la formación de la célula H, es cuando el ego puede unirse a la célula más sutil, X; a dicho contacto, esta célula X se transforma definitivamente en célula H, empezando la formación del hombre en el claustro materno.
Todos los átomos están en potencia, en una célula originaria humana.
La célula H, o humana, está compuesta de cinco partes:
- La membrana de la célula.
- El contenido de la célula o protoplasma.
- El núcleo, o corpúsculo esférico.
- Otros núcleos secundarios, propulsores de la irritabilidad o multiplicación.
- Núcleos secundarios de súper-irritabilidad, o destructores.
Las células presentan todas las formas que se ven en el Mundo Astral; acompañan a los diversos átomos, desde el cuadrado de la célula chata hasta la circular que se refiere a la esférica.
En el organismo perfecto hay 39 x 10 (a la enésima potencia) células.
Van aumentado desde 27 x 10 (a la enésima potencia) hasta 39 x 10 (a la enésima potencia).
Pero paulatinamente van muriendo estas células.
Esta transformación numérica de células se llama metabolismo celular.
El metabolismo celular es ponderable, dinámico e imponderable.
El metabolismo ponderable es evolutivo, progresivo y constructivo; quiere llegar a dotar al organismo del número perfecto de células. El metabolismo celular dinámico es aquél que mantiene las células vivas mediante la digestión, la respiración y la reproducción.
El metabolismo celular imponderable es regresivo, degradativo y destructivo.
La decrepitud es originada por la pérdida de células.
Hay organismos que poseen mayor vitalidad; cuando mueren las células saben reproducirlas. Ello sucede cuando se vive una vida natural.
En la célula, la disminución de la irritabilidad crea un campo propicio para la súper-irritabilidad, que la destruye completamente.