Curso XXXVII - Enseñanza 11: La Región Hipotalámica
Todos los núcleos de la base del cerebro, la protuberancia, los pedúnculos cerebrales y el cerebelo con sus pedúnculos, corresponden a la Rueda Visual.
El cerebro, con su substancia blanca y gris cortical, corresponde a la Rueda Coronaria.
La hipófisis dirige a todas las glándulas de secreción interna; a su vez, la Rueda Visual dirige todos los centros secundarios citados anteriormente.
Dentro de la silla turca existen pequeños centros que, cuantitativa y cualitativamente, corresponden a cada uno de los centros secundarios ya enunciados. Ellos permanecen en un estado latente hasta que se hace necesario su funcionamiento particular cuando se lesionan, por enfermedad o por accidente, los correspondientes centros viscerales.
La glándula hipófisis tiene muchos centros secundarios.
El lóbulo anterior posee quince centros que actúan sobre las demás glándulas de secreción interna.
El primero de estos centros influye sobre la psiquis femenina.
El segundo, sobre la psiquis masculina.
El tercero interviene en el crecimiento.
El cuarto excita y gradúa, según la edad, el desarrollo y estabilidad de los núcleos de la base.
El quinto determina el desarrollo mental vegetativo.
El sexto desarrolla en el organismo el caudal amnésico ancestral.
El séptimo prepara, en el cerebro, los núcleos destinados a perfeccionar una mente más completa.
El octavo actúa sobre la libido.
El noveno actúa sobre el instinto de la procreación y conservación de la especie.
El décimo controla la configuración somática según el sexo.
El undécimo actúa sobre la tiroides y la paratiroides.
El duodécimo actúa sobre el metabolismo graso e hidrocarbonado.
El decimotercero interviene en el funcionamiento suprarrenal y pancreático.
El decimocuarto excita las gónadas masculinas y la voz.
El decimoquinto excita las gónadas femeninas, las glándulas mamarias y la voz.
Estos dos últimos centros intervienen en el desarrollo piloso.
Los citados centros estimulan o frenan las secreciones de los órganos enumerados, según la frecuencia vibratoria.
El lóbulo posterior posee también quince centros.
El primero actúa sobre el metabolismo, principalmente el proteico y sobre la contracción de los músculos lisos de las paredes intestinales y vasculares.
El segundo actúa sobre el conjunto del sistema nervioso, capacitándolo para recibir la parte astral de dicho sistema y gradúa la eliminación renal del agua.
El tercero actúa sobre los componentes físicos y astrales de la sangre.
El cuarto acciona permitiendo el descenso del ser que necesita nacer en un organismo determinado.
El quinto entra en acción en el instante de la muerte, permitiendo el rápido abandono del cuerpo físico.
El sexto determina las normales contracciones uterinas del parto y las del alumbramiento.
El séptimo trabaja durante el sueño, vigilando la separación del cuerpo astral.
El octavo controla la elevación del ser hacia el mundo mental, durante el sueño o el éxtasis. No actúa en los estados demenciales.
El décimo establece el contacto de la mente individual con la mente cósmica. Si vibrara continuamente, el hombre poseería todas las ciencias humanas y hablaría todos los idiomas.
El undécimo produce estados de clarividencia respecto a las vidas pasadas.
El duodécimo hace que el ser sienta su armonía con ciertos grupos de seres afines, estableciendo también el grado y categoría a que ellos pertenecen.
El decimotercero vibra ante la proximidad de un Iniciado Solar. Es ésta la verdadera Comunión.
El decimocuarto establece la clarividencia de los sucesos en el tiempo presente.
El decimoquinto se halla en el límite de la parte intermedia y el lóbulo posterior; da la clarividencia futura, que es la Clarividencia Divina.
Por la masa negra, o tuber cinereum, fluyen hacia la hipófisis todas las corrientes energéticas provenientes de la pineal; por allí, todas las fuerzas espirituales del Cosmos, que se filtran a través de los infinitos centros de la glándula pineal, penetran en el universo humano.
En las pequeñas concreciones minerales de la pineal se hallan, en potencia, los mil centros destinados a tener completo desarrollo después de la sexta Raza Raíz. Empezarán su desarrollo en las postrimerías de la quinta Raza Raíz, preparando al hombre por medio de su mejoramiento físico, a dejar su estricta categoría humana.
Los núcleos de la base del cerebro, o región talámica, contienen una infinidad de centros energéticos que viven en correspondencia con sus armónicos centros cósmicos. Cada centro es la imagen de un astro; cada grupo, imagen de alguna constelación o sistema planetario. Forman un verdadero microcosmos, en donde se encontraría el conocimiento de la naturaleza humana y su relación con toda la Creación.