Curso XXXIV - Enseñanza 6: Propiedades de la Teología
Para conocer una cosa, un objeto, una disciplina, se comienza siempre por conocer sus cualidades o propiedades.
Véase, pues, cuales son las propiedades de la Teología.
Estas propiedades son esencialmente de dos aspectos: las absolutas, privativas, que convienen a la teología en sí misma; y las relativas que la complementan y competen en especial con respecto a las ciencias humanas en general.
Se verá cuáles corresponden al primer grupo.
La Teología es rigurosa ciencia
Para que una disciplina sea ciencia es necesario que sus conclusiones sean perfectamente concordantes y estén contenidas en sus principios. Mas, si no se tiene evidencia de los principios, es imposible tener evidencia de las conclusiones.
Entonces, ¿cómo es posible tener evidencia de las conclusiones si los principios de la Teología se basan sobre la fe en la verdad revelada que no es principio evidente?
Para salvar este escollo Tomás de Aquino aportó una sutileza notable. Introdujo el concepto de ciencia subalternada y de ciencia subalternante.
La Teología no es ciencia así nomás, es ciencia subalternada a la ciencia divina. De esta manera la Teología se basa en principios de una ciencia evidentemente superior, la divina, y en esta forma, al depender de ello, no es necesario que sus principios sean evidentes en su misma ciencia, ya que lo son en otra superior.
Teología es entonces una ciencia subalternada a la Ciencia Divina porque sus principios tienen evidencia en la Ciencia de Dios.
Mas en el hombre la Teología se halla separada de su ciencia subalternante pues sus principios se poseen sólo por los artículos de fe, de la Revelación. Mas esto es un sustituto momentáneo de la clara visión de Dios que puede lograr el hombre a través de la visión beatífica. Cuando el hombre la alcanza, logrará la evidencia de los principios que actualmente sólo posee por fe, lo cual ya no necesitará por poseer la clara visión.
La Teología es entonces ciencia basada en principios de evidencia divinos que por el momento y hasta no lograr la iluminación superior se aceptan por fe. Por ello la Teología, formalmente hablando, sólo proporciona evidencia de la conclusión, pero no de lo concluido.
Conclusión teológica se llama una conclusión deducida de un principio o verdad divinamente revelada.
La deducción puede hacerse a partir de dos premisas reveladas, o bien de una premisa revelada y otra conocida con seguridad por razón natural cierta. Si ninguna premisa fuera revelada no puede haber conclusión teológica.
Ahora bien, como hay verdades reveladas explícitas y otras implícitas se infiere que hay toda una gama de posibilidades para lograr una verdadera conclusión teológica, pero siempre es necesario para ello que una premisa sea formal o virtualmente revelada.
Como es de suponer, en el largo camino que ha recorrido la ciencia teológica muchas han sido las tendencias e influencias que ha recibido. Así no ha faltado quien en las conclusiones haya ido de lo revelado a lo no revelado. Con ello se ha pretendido y hasta logrado sacar a la Teología de su verdadero campo, el de la Revelación Divina.
Por eso la verdadera Teología debe y se limita a partir de lo explícitamente revelado para llegar a lo implícitamente revelado. En esta forma se mantiene y sujeta a la verdad revelada, a la ciencia divina de la cual es ciencia subalternada.
Unidad de la Ciencia Teológica
Otra propiedad de la teología es su unidad fundamental. Si bien ella discurre sobre los temas y aspectos más variados es esencialmente una debido a su objeto formal motivo, que es la revelación virtual. Se ha visto cómo la finalidad propia de la Teología es el descubrimiento, la conclusión virtual, implícita de la verdad revelada.
La Revelación virtual es esencialmente una e idéntica en toda la Teología porque deriva de una verdad formal única esencial.
De ahí su unidad indivisible que le impide dividirse en varias otras ciencias.
La premisa revelada es siempre la causa principal de toda conclusión teológica y cuando interviene una premisa de razón, humana, ella es siempre primero analizada y juzgada a la luz de la premisa revelada, transformándose así en un auxiliar, en un instrumento de la premisa revelada.
En esa forma se conserva y explica la unidad.
La Teología es al mismo tiempo especulativa y práctica
Otra de las propiedades de la Teología es simultáneamente práctica y especulativa.
Pero no siempre se lo concibió en tal forma.
Hubo épocas en que la Teología Católica tendió especialmente hacia la práctica a punto de que se la dividió en tres partes:
De las cosas de que se ha de gozar: Dios uno y trino.
De aquellas cosas de que se debe usar: todas las cosas creadas, los sacramentos, las virtudes.
De las personas que usan de los bienes creados y gozarán de los eternos: ángeles y hombres.
La orientación es bien práctica, con el objetivo de lograr el Sumo Bien, que es Dios.
Mas posteriormente la Teología Católica sufrió un gran vuelco por influencia de Tomás de Aquino que la volvió más y más a su primitivo campo especulativo, sin perder tampoco el aspecto práctico.
Ese carácter ha conservado hasta el día de hoy la Teología Católica en concordancia con el propósito y finalidad propios de la Teología.
Pero lógico es reconocer que la verdad puramente especulativa, deducida, irradia su luz sobre todo el campo del ser y en esa forma penetra en la práctica con sus claros conceptos y enseñanzas de amor y comprensión.
La Teología es Sabiduría Suprema
Se dice que la Teología es sabiduría Suprema o Absoluta porque es un conocimiento doble de las cosas: por los primeros y universales principios de la razón (orden lógico) y por la primera causa eficiente, ejemplar y final de todo, que es Dios.
Esta sabiduría absoluta es: Una ciencia universalísima, porque abarca todo lo que la razón puede abarcar.
Es una ciencia certísima porque demuestra sus conclusiones por evidentes principios de razón y por las primeras y segundas causas del orden ontológico, es decir, divino (metafísico).
Es finalmente una ciencia suprema, que demuestra por las causas más altas, ya sea en el orden real como en el del conocimiento.
Como sabiduría y ciencia suprema, la Teología entonces: juzga a todas las demás ciencias, ordena a todas a su propio fin y usa todas las ciencias inferiores en su propia ventaja y provecho.
La Teología es ciencia demostrativa por vía de autoridad
La Teología es una ciencia que deduce, por rigurosa demostración, conclusiones de las verdades explícita y formalmente reveladas. Luego la Teología es rigurosamente demostrativa con respecto a sus conclusiones y como estas conclusiones se apoyan sobre las verdades de fe, reveladas por Dios, se concluye que es propio de la Teología demostrar por vía de autoridad.
Mas ¿qué hace el teólogo frente a un adversario que no admite la verdad revelada?
Como las verdades de fe son infalibles pues son verdades divinas, no puede haber oposición real entre ellas y la ciencia humana.
En consecuencia incumbe al teólogo resolver los argumentos contrarios, pues todos han de ser forzosamente solubles.
Al intentarlo desde luego no siempre se puede tener seguridad de que se sepa resolverlos o de que se hayan resuelto.
Si el argumento está errado en la forma, siempre se logrará resolverlo. El gran problema se presenta cuando el argumento es defectuoso en doctrina, pues la seguridad de resolverlo implica el conocimiento evidente, la evidencia del misterio divino, que no es conocido.
En tales casos nadie posee la evidencia del misterio y el teólogo podrá contestar que el argumento no demuestra “necesariamente” la imposibilidad del misterio, a lo cual no hay réplica pues jamás podrá demostrarse que necesariamente el misterio discutido es imposible.