Curso XXIX - Enseñanza 13: Cuarta y Quinta Subrazas Atlantes

Como un enemigo mortal, hace 850.000 años un cinturón de hielo rodeaba la tierra, destruyendo todo vestigio de vida.
La grandeza de los Toltecas, la Ciudad de las Puertas de Oro, los recuerdos de una soberbia civilización, habían sido arrastrados por las aguas a las profundidades de los océanos o sepultados bajo capas de nieve. Los pocos grupos humanos que pudieron sobrevivir a tan espantoso cataclismo, emigraron.
En la región que actualmente abarca desde Perú hasta Méjico, altísimas montañas habían formado como un oasis, donde pudieron subsistir algunos pequeños grupos humanos, progenitores de la subraza Turania. Otros habían emigrado hacia el nordeste.
Mientras el calor terrestre iba retornando desde el centro hacia la superficie, volviéndose a una seminormalidad, en esas enormes montañas, en esas grandiosas estepas de nieve, se iba formando un pueblo fuerte y fiero, que tenía que luchar para subsistir y que poseía instintos feroces: la cuarta subraza atlante de los turanios.
Fue el pueblo que implantó la guerra propiamente dicha.
Guerreaba contra los pequeños grupos de toltecas sobrevivientes, refugiados en este oasis; guerreaban entre sí, hostigándose continuamente.
Se multiplicaron a millones y se expandieron poco a poco por todo el continente, engrandeciéndose, dominando e implantando la ley del más fuerte.
La vanidad y la sed de conquista obscurecieron su clara visión astral, que habían heredado de los toltecas, y únicamente desearon la visión onírica, para vislumbrar el lugar donde acechaba el enemigo, para mejor destruirlo.
Fueron los padres de la magia negra y fortalecieron de tal modo su maligna voluntad, que poseían aparatos eléctricos, de gran potencial, que mataban a gran distancia.
Eran de tez obscura, de alta estatura y fierísimo aspecto; caminaban pesadamente, a brincos, por el hábito de escalar montañas. Tenían brazos desmesurados, que a veces llegaban más abajo de las rodillas y que les servían de armas cuando éstas les faltaban.
Guerreaban con los nacientes semitas y, si bien eventualmente fueron vencidos por éstos, nunca fueron destruidos sino que permanecieron entre sus vencedores como una raza aparte, llamada Raza Negra.
Los toltecas que, al producirse el diluvio, habían emigrado hacia la tierra templada, a una latitud de 50° a 60° Norte, fueron origen de los semitas, mientras iba terminando el período mioceno. En la tierra atlante de Kalpashal, actualmente Irlanda, Escocia, Inglaterra y Canal de la Mancha, iba naciendo una raza distinta en sus principales características a la Raza Madre. La raza de los semitas atlantes, si bien de gran estatura, era más pequeña en comparación con otras razas.
Por muchísimos siglos esta raza permaneció en estado semisalvaje, guerreando entre sí.
Como de este tipo de atlantes, de tez pálida y con tendencia a caminar de manera distinta, tenían que descender futuros arios, la permanencia de esta subraza sobre el continente fue la más duradera, pues fueron vencidos definitivamente por los akadios recién hace 150.000 años.
Mientras la civilización de los semitas atlantes tenía larga infancia, los turanios llegaron al apogeo de su civilización guerrera. Hasta que los semitas no aprendieron a guerrear, fueron vencidos por los turanios; pero luego aprendieron tan bien que triunfaron sobre ellos.
Los turanios no se confederaron entre sí, como los toltecas, sino tenían divisiones territoriales que estaban en constante lucha.
En este tiempo es cuando se definen los dos tipos del hombre atlante: los surgidos de las primeras cuatro subrazas, de tez negra, y los que surgen de la quinta subraza, semita, de tez blanca.
Hace 220.000 años sobrevino la tercera destrucción atlante, que separó al continente en dos grandes islas: Ruta y Daitya.
Entonces empezó la decadencia de los semitas.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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