Curso XXVI - Enseñanza 14: El Martinismo

Es en el siglo XVIII cuando se cimientan las Ordenes Esotéricas.
Martínez de Pasqualis representa el prototipo moderno del Fundador de escuelas esotéricas.
A los 18 años salió del Portugal rumbo a Oriente, de donde regresó varias veces, creyéndose que estuvo en Turquestán, en la meseta de Pamir, regresando por última vez a la edad de 42 años, en que comenzó su misión de Fundador, que duraría diez años, período en el cual llenó de sociedades secretas toda Francia y países vecinos que serían el teatro de la gran revolución que se estaba gestando.
De su enseñanza se conocen sólo dos manuscritos: “Tratado de la reintegración de los seres a su primitivo estado, virtudes y poderes espirituales y divinos”, compuesto de varias partes y que tiene por objeto tratar no el estado actual de las cosas, sino el restablecimiento de su estado primordial, del hombre como así de los seres en general. Este escrito ofrece, sin vacilación, magistralmente, el pensamiento de de Pasqualis.
La primera escuela fundada en Francia lo fue en Burdeos, en la que se ofrecía un conjunto de símbolos completados por prácticas teúrgicas encaminadas a lograr la ayuda de Entidades Superiores en el desarrollo del plan de evolución. Estas operaciones teúrgicas tenían mucha importancia en dicha escuela y la totalidad de ellas formaban un verdadero culto, cuyo resultado final era el de llevar al hombre a la reintegración citada.
Este contacto con Entidades Superiores contenía el propósito de que el hombre lograra oír el Verbo en su interior, y según dice su discípulo Saint-Martin, su Maestro tenía en dicho aspecto poderes muy grandes.
Llevaba una vida envuelta en el misterio: llegaba a una ciudad no se sabía cómo ni por qué, abandonándola sin conocerse cuándo ni cómo. Jamás buscó fama o dinero. Vivía modestamente y pasó a menudo situaciones apuradas, aunque siempre dignamente y alojando en su casa a miembros de la Orden que llegaban a Burdeos. De allí pasó a Lyon y luego a París, fundando nuevas logias en cada una de estas ciudades.
La primera fue fundada en 1754 y a ella ingresó Saint-Martin llevado por varios oficiales de la guarnición que pertenecían a ella. De París fueron sus discípulos más famosos: Cazotte, M. D’Hauterive y el abate Fournié.
Cuenta este último que fue encontrado por de Pasqualis que le dijo familiarmente: “Debería usted venir con nosotros que somos buena gente. Usted abrirá un libro, mirará la primera hoja, la página del centro y la final, leyendo sólo algunas palabras y sabrá todo el contenido del mismo”.
“Usted ve caminar toda clase de personas por la calle; esas gentes no saben por qué caminan; usted lo sabrá”.
Sus instrucciones diarias eran las de elevarse sin cesar hacia Dios, acrecentar continuamente las virtudes y trabajar por el bien general.
Cuenta dicho abate que un día, mientras rogaba a Dios para que lo socorriera en sus tremendas luchas internas, oyó la voz de su Maestro, fallecido dos años antes y al mirar en la dirección que salía la voz, vio a Martínez de Pasqualis en compañía de los padres del abate, fallecidos hacia varios años, una hermana desaparecida 20 años atrás y un ser que no pertenecía al género humano. Pocos días después vio a Jesucristo crucificado, visión que más tarde se repitió pero saliendo vivo del sepulcro hasta que, en la tercera oportunidad, apareció nuevamente Jesús glorioso y triunfador del mundo, caminando delante de él con la Virgen María y varias personas más.
Sus visiones continuaron pero, por la incredulidad y burla de sus contemporáneos, guardó silencio.
Al estallar la revolución de 1789 Cazotte profesaba los mismos principios que la provocaron, pero en su mayor pureza y por ello los excesos posteriores provocaron en él vivos temores y para combatirlos imaginaba mil medios que al ser expresados, con la misma sinceridad y expansión que daba a su proselitismo religioso, provocaron su primer arresto al descubrirse todas esas ideas en la correspondencia que cambiaba con un secretario de la lista civil, llamado Ponteau.
Este ser sacó gran provecho de los estudios ocultos de la Orden, tomando Cazotte especial aprecio al espiritualismo de los textos cristianos, al evangelio, sobre todo por la moral que contenían.
M. D’Hauterive, gran amigo de Saint-Martin, mantuvo en Lyon, conjuntamente con este otro discípulo de de Pasqualis, tres años de estudio sobre astrología, magnetismo, sonambulismo, sobre los signos y las ideas, el principio y origen de las formas, las Santas Escrituras, etc.
Alumna destacada fue también la Marquesa de La Croix, quien desenvolvió disposiciones místicas que le permitieron lograr un estado intermedio entre el éxtasis y la visión.
De otro de sus discípulos, llamado Willemoz, cuéntase que se le apareció su Maestro Martínez de Pasqualis para avisarle que los revolucionarios vendrían a incautarse de todos sus libros y enseñanzas que guardaba en su poder, lo que le permitió salvar, con un día de antelación, dos grandes baúles en los que celosamente Willemoz guardaba la sabiduría que más tarde formaría las bases de las sociedades secretas, el espiritismo, etc.
En la llamada Escuela del Norte se destacaron, entre otros miembros, el príncipe de Hesse, el conde Bernaztorff, la condesa de Reventlow y el célebre Lavater, que tanta fama adquiriera luego en Suiza.
Estos dos últimos, Reventlow y Lavater, renunciaron a la escuela más tarde, influenciados posiblemente por el gran amigo de Saint-Martin, el barón de Liebisdorf, siguiendo la mística más pura que preconizaba Saint-Martin y que lo distinguiría de su Maestro Martínez de Pasqualis, cuyas escuelas eran más bien de prácticas teúrgicas.
Terminada su misión en Europa, de Pasqualis embarcó rumbo a la isla de Santo Domingo, falleciendo en Puerto Príncipe en 1779.
Los discípulos directos de de Pasqualis siguieron con los trabajos de la Orden hasta el año 1782, durante el cual los Martinistas hicieron una alianza con la Orden de la Estricta Observancia del Barón de Hund; ésta inspirada por Saint-Martin y dirigida y organizada por el Barón de Hund, siendo confiados los archivos para la creación del Rito Reformado, a J. B. Willemoz. Siguieron las negociaciones hasta 1789 en que se cortaron con la Revolución.
Puede decirse de Martínez de Pasqualis que fue como una ráfaga de aire que barrió Europa preparando la revolución francesa al crear la mentalidad necesaria para ello y que fue el creador del tipo de sociedades secretas que luego habrían de dedicarse a la política, como los Carbonarios en Italia, los Iluminados en Francia y más tarde las logias que como la Lautaro trajeron el fermento revolucionario a América, en tanto que aquéllas que fundara su discípulo Saint-Martin depuraron el ritual y buscaron sólo el conocimiento y la Unión Divina.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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