Curso XXVI - Enseñanza 13: La Magia Ciencista

La Magia Ciencista del Renacimiento y de los tiempos de Catalina de Médicis llevó, sin embargo, a la restauración de las Órdenes Esotéricas.
En París, en los salones y cafés donde se refleja la agitación, la curiosidad y también la credulidad intelectual del tiempo, hormiguean ocultistas de buena fe y charlatanes entre los que -temiendo de unos y otros-, está el cartomántico Eteilla Alliette, que se dice ser alumno del Conde de Saint Germain.
Al decir de la Baronesa de Oberikirch, jamás los Adeptos, los profetas y todo aquello que les concierne, fueron tan escuchados y tan numerosos. La conversación versa casi exclusivamente sobre estos temas; ellos ocupan todas las ideas, golpean todas las imaginaciones, aún las más serias. Se reeditan y se arrebatan las “Centurias” de Nostradamus. Luchet calcula en más de 30 los príncipes europeos, sobre todo nórdicos, que pertenecen a distintas logias, sin contar el zar Pablo de Rusia, ferviente adepto de las ciencias ocultas.
Bajo el nombre de “iluminados” se designan los teósofos -que descartan toda magia teúrgica- y a los kabalistas, que continuaban -tal vez en forma un tanto fantástica-, las tradiciones de la alta magia. Cada tendencia tenía sus figuras eminentes: Swedenborg y Lavater para los teósofos, en tanto que Dom Pernetty y Martínez de Pasqualis parecían ser los conservadores más celosos de las prácticas kabalísticas. Claudio de Saint-Martin perteneció sucesivamente a ambas tendencias.
Swedenborg -ese sabio universalmente conocido en su época-, miembro de las más importantes academias científicas de Europa; filósofo y místico, describía sus visiones y sus viajes en el otro mundo, publicaba sus relaciones con los ángeles y fundaba grupos y logias que debían, con el tiempo, transformarse en parte de la iglesia Swedenborgiana, primera secta espiritista.
Dom Pernetty, antiguo benedictino, navegante entusiasta que había acompañado a Bougainville en su vuelta alrededor del mundo, descendía del norte, en Berlín, para establecerse en Avignon bajo la orden de su oráculo cabalístico: La Santa Palabra.
Lavater, pastor protestante, tan tolerante que enviaba a la “buena Madre la iglesia católica a todos aquellos que no encontraban la paz en la Iglesia reformada”, fue un iluminado, lleno de bondad, bienhechor de los emigrados durante la revolución y autor de la “physionomonía” en la que él retomó la tesis muy vieja de que por la fisonomía es posible conocer “el hombre interior”. Su influencia fue inmensa entre los grandes de la tierra.
“Yo he visto -describe Mirabeau-, cartas de Lavater a soberanos, bajo este protocolo: “mi querido, mi muy querido” y he visto la respuesta de los soberanos admirándolo, obedeciéndolo, rindiéndole pleitesía y a sus partidarios reverenciarlo como a un Dios sobre la tierra”. Lavater mismo ha hecho la descripción de una ceremonia de la logia de los iluminados de Copenhague, dirigida por Carlos de Hesse, que permite saber que en esa logia no era un oráculo cabalístico el que dirigía los trabajos sino una luminosidad fosforescente, la que por medio de signos convencionales respondía sí o no a las preguntas hechas por los adeptos, permitiéndoles tomar decisiones inspiradas en una intervención celestial. En 1754, Martínez de Pasqualis, Rosa-Cruz, fundó un rito particular masónico: “Los Elegidos Cohen” cuyas logias más célebres fueron las de los Filaleteos (alquimistas), los Iluminados de Avignon y la Academia de verdaderos masones de Montpellier.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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