Curso XXIII - Enseñanza 11: La Formación de la Subraza Ario-Celta

Los ario-iranios que ocupaban la región que actualmente riega la cuenca del Ienisei, costearon el Mar Helado y descendieron luego sobre la región del río Haneioc, que sometieron y devastaron.
Una colonia de los ario-iranios allí establecidos emigró hacia el noroeste estableciéndose en una tierra que ocupaba, principalmente, el lugar del actual Mar Mediterráneo, aunque también se extendía considerablemente más hacia el Norte, ya que restos de la misma son las regiones montañosas de Escocia y Vasconia, así como las de Sicilia y Calabria.
Toda esta tierra estaba rodeada, como por un gran anfiteatro, de volcanes inactivos, siendo limitada al Norte por el Mar Helado y al Este por un inmenso río que la separaba de la región de Haneioc.
La región del actual Mediterráneo era una tierra de aluvión, fertilísima, de clima templado y variable y que proporcionaba a sus moradores grandes cosechas y abundantes pastos para sus animales.
Pero hace 57.000 años, ocurrió un notable cambio de clima, acompañado de fenómenos sísmicos de magnitud.
Los volcanes entraron en acción proyectando al principio, tal cantidad de ceniza que obscurecía por semanas el cielo; los cráteres vomitaron luego fuego y finalmente, grandes corrientes de lava se precipitaron por las laderas, arrastrando todo, lo cual unido a intensos movimientos sísmicos, abrió el cauce del gran río del este permitiendo también que las aguas del mar Helado invadieran la fértil planicie. Los habitantes perecieron a millares salvándose algunos al huir a las montañas.
Pasado el período de convulsiones, en lugar de la fértil tierra quedó un mar que luego sería el actual Mediterráneo, aunque sembrado de hermosas y fértiles islas.
Los pocos sobrevivientes comenzaron una nueva vida de constante lucha contra el mar y la Naturaleza.
Este resto de ario-iranios vencidos, avasallados y casi totalmente destruidos por la Naturaleza, estaba destinado a ser el brote de la subraza ario-celta.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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