Curso XXII - Enseñanza 7: Meditación Afectiva sobre la “Resurrección de Hes”

El Hombre viejo vive a medias aún en el caso que, como ser humano solamente, desarrollara totalmente sus posibilidades.
El ser humano vive; el Hombre Viejo vive a medias. ¿Puede considerarse vida integral si vive disociado de la Fuente Divina?
El Hombre Nuevo vive o se esfuerza por conquistar un vivir integral a través de un método de vida orientado a lograr la armonización en su interior de los valores divinos y humanos.
En el Hombre Viejo lo que vive es su personalidad y como tal se manifiesta en el mundo como ente separado, egoísta, limitado. Influenciado por los hábitos adquiridos, tanto externos como internos, construye dos mundos separados: el humano y el divino.
En el mundo humano se coloca él y a los otros hombres que considera sus iguales y en el mundo divino coloca a unos seres, con apariencias de hombres, pero que él llama santos, simplemente para diferenciarlos de la especie hombre a la que él pertenece.
Acepta que esos santos que viven en el mundo divino puedan sacrificarse, renunciando al poder y a la gloria de lo material por Amor a una Entidad abstracta e ideal, llamada Dios, que viene a ser como el creador y mantenedor de ese mundo divino. Lo acepta como si esa fuese una tarea, una obligación imperativa e inherente a la condición de santo. Por eso, frente a la posibilidad de ser él quien se sacrifique y renuncie se escapa diciendo: “Yo soy hombre; no soy un santo”.
El Hijo, que se reconoce ya como alma inmortal y anhela tener el vislumbre divino, debe morir a su yo.
El Hijo sabe que su yo personal son las muchas ropas envejecidas que habiendo necesitado para realizar las experiencias de la vida fue vistiendo, al tiempo que, equivocadamente, se apegaba a ellas hasta acabar por creer que él era esas ropas.
Renunciar a los hábitos y prejuicios interiores que pretenden hacer seguir creyendo eso, es la tarea urgente del Hijo. La falsa vida interior de esos hábitos es lo que debe morir.
Sólo la obediencia amorosa del Hijo va llevando paulatinamente a la muerte interior de esos hábitos, que se consuma a través de la renuncia.
La renuncia a sí mismo, que debe ser acariciada y amada por los Hijos, lleva a ese estado de muerte interior y los hará aptos para la gloriosa Resurrección a la Nueva Vida.
Lo disociado se habrá hecho Uno y se cumplirán las palabras de San Pablo: “No soy yo quien vive, sino Él que vive en mí”.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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