Curso VIII - Enseñanza 9: De los Beneficios de los Hijos
Cafh es un organismo vivo. Se desarrolla y crece en la medida en que los Hijos ponen fervor, respeto y dedicación hacia el mismo, como organización o como agrupación de almas.
La Gran Corriente es la suma de los esfuerzos y energías aportados por los Santos Maestros y Grandes Seres desde tiempos inmemoriales para ayudar a los hombres a realizar los designios divinos en ellos.
Existen otras corrientes que colaboran con la Universal en la realización de determinadas partes del plan divino de ayuda, al mismo tiempo que participan como canales de propagación de la Gran Corriente.
Cafh participa de la Gran Corriente, y tiene su corriente propia formada por el aporte de todos los que pertenecieron a ella y de los que en todo momento se esfuerzan, a través de ella, a trabajar por el adelanto de las almas.
Esta corriente impregna a todos los Hijos, variando la intensidad según la categoría a la que el Hijo pertenece.
La categoría revela el grado de identificación del Hijo con Cafh; a una mayor identificación corresponde, naturalmente, una mayor proporción de la Corriente y ello implica otro beneficio para los Hijos.
La Enseñanza espiritual posee características que la distinguen de la enseñanza común.
La enseñanza común tiene por objeto la transmisión de un conocimiento en forma oral o escrita, de maestro a discípulo. El discípulo puede, de la misma manera, propagar este conocimiento entre sus compañeros.
Pero en el terreno espiritual, la Enseñanza tiene un significado mucho más profundo, más amplio y sobrenatural.
Además, la Enseñanza espiritual no se imparte tan solo durante la hora de estudio y en forma de lecciones. Una reprensión oportuna, una amonestación, un estímulo o una mortificación son, muchas veces, fuentes de conocimientos de importancia para el alma. Aun la mera reacción del Superior, frente a un gesto o a una palabra de su discípulo, encierra para éste una valiosa observación. Y es que, con cada Enseñanza, el Maestro transmite algo de su vida, que para el Hijo es saber, experiencia y fuerza.
Los retiros, las conversaciones, los paseos colectivos, los viajes, son otras Enseñanzas vivas que Cafh, por intermedio de sus Superiores, graba en las almas de los Hijos. Y, como cada Hijo requiere la Enseñanza que su estado necesita, tan sólo posee, entonces, una parte de la misma.
Poder pedir consejo a los Superiores es otro de los beneficios que Cafh brinda a sus Hijos.
Cafh vuelve a reunir la fe del que busca un consejo con la luz de aquel manantial. Restituye la jerarquía del hombre espiritual, valorizando el consejo que los Superiores pueden dar a las almas, e instituyéndolo como un beneficio para los Hijos y como una sagrada misión para los Superiores.
Hay otro beneficio del cual gozan los Hijos de Cafh.
Ya se ha dicho, al hablar del Caballero Gran Maestre, el valor que esta jerarquía espiritual representa para Cafh. El Reglamento ha previsto, por ello, una vida retirada para el Caballero Gran Maestre y ha establecido que ejerciera la dirección de los Hijos y de las Tablas por intermedio de los Superiores.
Sin embargo, los Hijos necesitan muchas veces, no el tono habitual de su Superior, sino una palabra extraordinaria. Su estado suele requerir, no la limitada inspiración del Superior, sino la palabra de quien vive en contacto permanente con la Gran Corriente y para la Gran Obra.
De allí que los Hijos pueden acudir hasta el Caballero Gran Maestre, por escrito y sin intermediarios. Desde luego que ello no ha de ser vano y por razones nimias. El Espíritu del Reglamento ha de inspirar al Hijo la debida oportunidad para ello.
Otro beneficio inapreciable es el de ser auxiliado en caso de grave necesidad.
Deseos fomentados intensamente, vicios e inclinaciones pasionales incontroladas se presentan muchas veces en forma de necesidades frente al limitado entendimiento humano.
Sólo una debida comprensión de las almas puede establecer la existencia real de una necesidad, y el grado en que ella repercute sobre el ser y permitirá, entonces un verdadero auxilio y una bien entendida caridad.
No siempre la pobreza es negativa, pues quita al alma lastres de orgullo y vanidad, y aún el dolor físico resta al hombre arrogancia y soberbia.
Cuando existe una verdadera y grave necesidad, Cafh acude en auxilio del Hijo. El Reglamento así lo establece, para bien de las almas, al incluirlo entre los beneficios de que gozan los Hijos.
De diversos modos Cafh asiste a sus Hijos en sus enfermedades.
Por de pronto, toda enfermedad implica un desequilibrio orgánico que debe ser restablecido. El médico y los medicamentos son los medios apropiados para tal efecto. Sin embargo, muchas enfermedades se agudizan por falta de disposición interna del individuo para su mejoramiento, y del estímulo psíquico adecuado. Cafh se hace presente entonces mediante la asistencia del Superior, la afluencia de la Gran Corriente y las oraciones, factores éstos que ayudan al enfermo a restablecerse.
Por otra parte, los vicios de la gula, de la lujuria y aún de la avaricia, son también causa de enfermedades de toda especie. La metodicidad que Cafh inculca, la sobriedad que es fruto de su Enseñanza espiritual y la higiene corporal que prescribe, son importantes factores de prevención contra tales enfermedades.
Pero, donde la asistencia se hace materialmente perceptible, es al lado del lecho del enfermo. Hasta allí acude Cafh con la presencia de sus Superiores, el cuidado de sus Hijos, la oración de sus grupos y la contribución económica necesaria para ayudar al alma del Hijo a levantar su cuerpo del lecho del dolor.
También asiste Cafh a sus Hijos en la hora de la muerte y después de la misma.
Hasta tanto no hayan sido abiertos los ojos espirituales de la visión trascendental no se comprenderá suficientemente la importancia que tiene la asistencia al moribundo.
Cafh, enamorada del alma, no sólo cuida a ésta durante la vida, sino que la dispone también para el más allá.
Producida la separación, el Hijo no atraviesa solo el camino hacia su morada astral. Los Caballeros Protectores de Cafh lo acompañan y asisten en la travesía. Verdadero consuelo implica para el Hijo, familiarizado con el concepto de la vida post mortem, el saber que el Caballero del Umbral pacientemente espera tenderle la mano, y que la Santa Compañía, rodeándolo, ha de llevarle con su espiritual protección al anhelado descanso y no a una azarosa prolongación de la lucha que determinó su muerte.