Curso VIII - Enseñanza 8: De las Obligaciones de los Hijos

La labor de Cafh incide sobre las almas en particular, agrupadas a los fines de la enseñanza espiritual, en núcleos de siete Hijos cada uno. Cada grupo tiene sus características, su labor y su misión; de ahí que los Hijos de una Tabla nunca se reúnan en pleno, sino en grupos, salvo algún acontecimiento o festividad prevista.
Al ser incorporado a la Sagrada Orden todo Hijo contrae obligaciones cuyo compromiso de cumplimiento condiciona su verdadera permanencia en Cafh, puesto que, es dicho compromiso de cumplimiento el que pone en contacto el alma del Hijo con el cuerpo Místico de Cafh.
En primer término ha de observar el Hijo, con toda fidelidad, el Reglamento.
La fidelidad es la virtud fundamental que Cafh hace cultivar a todos los Hijos.
No es la mera observancia del Reglamento lo que exige; sino un intrínseco apego al mismo y la fidelidad al Reglamento hace que el Hijo comulgue con el espíritu de éste.
La perfecta observancia pone al Hijo en contacto permanente con la Gran Corriente, pero la fidelidad lo hace partícipe de la Gran Obra.
Debe el Hijo asistir puntualmente a las reuniones de su grupo. Una reunión es una sagrada cita; es la oportunidad en que los Oradores imparten la Enseñanza y los Superiores bendicen a los Hijos. No ser puntual en la asistencia es, entonces, una grave falta que los Superiores pueden justificar, pero no excusar, pues la misma se comete para con los Maestros.
Por otra parte, una de las características del desordenado vivir de los hombres en el mundo es la falta de puntualidad.
Los Hijos prestos en el cumplimiento de este deber para con el grupo, se habituarán a ser puntuales en todas las ocupaciones y ordenados en la distribución de su tiempo.
Otra obligación del Hijo es ser aplicado en el estudio, y realizar todos los trabajos que le encomienden.
No basta la sola lectura de los apuntes de Enseñanza para que éstas se transformen en el alma, en conocimiento vivo. Las Enseñanzas deben ser estudiadas y aprendidas, puesto que éste es el modo de introducirlas y alojarlas en el alma.
Allí permanecerán, si han sido estudiadas con aplicación, por mucho tiempo, mientras el subconsciente irá desarrollándolas, desenvolviendo su espiritual contenido, el cual aflorará en el momento preciso a los ojos asombrados del discípulo. Memorizar es, entonces, el primer paso y para ello se requiere aplicación.
Muchos y variados pueden ser los trabajos que al Hijo se le encomienden; ellos han de ser fervorosamente anhelados, puesto que, no toda la vida ha de ser el Hijo un elemento pasivo de recepción, sino que gradual y paulatinamente ha de capacitarse para el modo divino de recibir que es dar de sí, trabajar por trabajar.
Estos trabajos no son tan necesarios a Cafh como al alma misma y es uno de los medios de que Cafh se vale para capacitar a los Hijos para la labor divina. Toda resistencia es, por ello, dañina. Toda falta de disposición hace improductivo el trabajo.
En el afán de orientar a las almas hacia el cumplimiento de las leyes divinas, Cafh introduce y cultiva entre sus Hijos el concepto de jerarquía, tan real en los mundos superiores y tan resistido, sin embargo, en el mundo de los hombres. Este concepto es uno de los fundamentos de la obediencia a los Superiores que instituye el Reglamento.
Por otra parte, la obediencia es una virtud básica para el progreso espiritual. Sin ella, ninguna virtud puede considerarse definitivamente realizada, puesto que es la obediencia, cumplida desde los primeros pasos del Sendero, la que desafecta al alma de la voluntad personal, siempre pasional, sometiéndola a la voluntad de un Superior, la que aun si más no fuera, por el sólo hecho de ser extraña, ya es más divina que personal.
De manera que, ya sea por la salud del alma, ya por la debida organización de Cafh, la obediencia es un requisito reglamentario esencial.
También impone el Reglamento el deber de respetar a los compañeros; nunca debe olvidarse que el vínculo que une a los Hijos es la amistad espiritual, nacida de la comunidad de ideales y de su permanencia en el seno de Cafh. La naturaleza de este vínculo es superior a todo formulismo convencional y se expresa por un mutuo respeto.
La obediencia y el respeto se manifiestan externamente dando a cada uno el lugar y el título, según establece el Método.
El Reglamento establece la obligación moral de los Hijos de hacer una colecta mensual para el sostenimiento de las Obras protegidas por Cafh u otras; con esto los Hijos contribuyen a afianzar un aspecto material de la Gran Obra en beneficio espontáneo a la Humanidad.
No debe el Hijo salir del Radio de Estabilidad de su respectiva Tabla. La estabilidad fija el aura de la Tabla sobre el ambiente. Circunscribe un radio y desparrama dentro del mismo su influencia. Si la Tabla une con hilo magnético a todos los Hijos de ella y actúa de este modo, la ausencia de un Hijo desordena el conjunto y en consecuencia malogra la expresión de éste.
Cuando un Hijo necesite ausentarse por una justa causa debe pedir permiso a su Superior a fin de que, valorando éste la causa, otorgue o no el permiso y, al hacerlo, reemplace al ausente en el coro místico de su Tabla.
Obligación del Hijo es, asimismo, pedir permiso para faltar a una reunión cuando por un motivo inevitable no pueda asistir a la misma.
Ya se ha dicho que las reuniones que hacen los Hijos son citas sagradas a las que no se debe faltar. Si el Hijo por un motivo justo faltase sin permiso, habríase colocado en una posición altiva, presuntuoso de sus razones. Mas si tales razones humildemente las expusiera al Superior, sacrificando su personalidad, redimiría su ausencia a los ojos de los Maestros.
Si en una organización externa el cambio de domicilio de los miembros debe ser comunicado a los fines de una mejor organización, en Cafh ello es mucho más importante desde que es en el domicilio del Hijo donde debe alojarse la Gran Corriente. Todo cambio debe ser, entonces, comunicado para que el Superior pueda circunscribir el campo magnético donde se derramarán sus bendiciones.
Procurar el engrandecimiento de Cafh que también impone al Hijo el Reglamento es realmente el método más directo para el auto-engrandecimiento.
Cuanto más fervor pone el alma en sus relaciones con Cafh, tanto más se despersonaliza y vive en la gran órbita vibratoria de Cafh.
Cuanto más trabaja por Cafh, tanto más se acerca a la labor Divina, y tanto más se aleja del limitado círculo de los problemas personales.
El fervor a Cafh abre el alma a la comprensión de las demás almas y ensancha el corazón para hacerlo apto al sentir del Gran Amor.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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